Tucupita recibió con orgullo a la Sinfónica Nacional Infantil
La parada de la agrupación de El Sistema en Delta Amacuro fue conmovedora. La comunidad se apropió de la organización del evento, tanto como la propia institución lo que nos confirma, una vez más, que El Sistema no son sólo sus músicos, sino aquellos que están a su alrededor. El recorrido continuó el mismo día por Maturín, Monagas. Ya vendrán esas líneas
El señor José López pasa de aquí para allá, una y otra vez, como una hormiguita en plena faena. Invita al público a que se termine de acomodar en las gradas, ayuda a ordenar, saluda, lleva paquetes de botellas de agua, atiende a los niños del Núcleo de Tucupita que vinieron al encuentro con la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, en el Gimnasio Cubierto de Tucupita. El señor José trabaja en la logística del evento. Lleva una chemise que lo identifica como parte del equipo de la orquesta infantil del núcleo. Es conversador y jovial, con una vitalidad sorprendente. Tiene 74 años y está jubilado. Dice su edad con picardía y presumiendo de su fortaleza y vigor. “Yo estoy jubilado pero ayudo a los niños de la orquesta”.
El señor José tiene una razón muy especial que atiza, aún más, su motivación para trabajar con El Sistema: su nieta es la única integrante de la SNVI por el estado Delta Amacuro. Lo dice con orgullo, con una sonrisota que contagia. La niña es Lucero González y es violinista de la SNVI. Está sentada en las gradas, esperando la muestra para luego tocar junto con sus compañeros frente a su familia y amigos, que se encuentran también en el centro deportivo. El señor José la señala: “es la morenita de allá arriba que está tocando el violín”. Y vuelve a sonreír. Su otra nieta también es miembro de El Sistema. Así, la sonrisa y el orgullo se multiplica por dos. Habla mientras reparte agua a los niños y al equipo técnico.
El señor José es un ejemplo de cómo el impacto de El Sistema irradia más allá de los niños y jóvenes miembros de sus orquestas, ensambles núcleos y módulos. Y es también una muestra de lo que sucedió en la vista de la Nacional Infantil a la capital del estado Delta Amacuro: las familias, los amigos y la comunidad se volcaron al gimnasio para asistir al encuentro. El ambiente era de orgullo, ese mismo que exhibía el señor José. Los padres tomaban videos, los niños se tomaban fotos en grupo, los familiares trataban de ubicar al pequeño músico de la familia en las filas de la orquesta. Ese orgullo los llevó a cuidar la organización del evento para ofrecer una velada conmovedora.
La Sinfónica Nacional Infantil llegó a Tucupita después de haber compartido con sus pares en el estado Bolívar. La caravana de la orquesta trastocó alegremente el cotidiano de la avenida Guasina de Tucupita. De la fila de autobuses bajaron los niños que eran esperados por la gente, el tráfico se paralizó y un caudal tricolor cruzó hacia el Gimnasio Cubierto. La entrada al gimnasio era un bonito caos: la gente estaba aglomerada esperando ansiosa abrieran las puertas al público del recinto.
Una vez adentro, el encuentro comenzó con la muestra de la agrupación Arco Warao, una representación de más de niños aborígenes que viven en Pedernales, a casi tres horas (en peñero) de la capital del estado (del núcleo ubicado en Pedernales), y otros de la comunidad warao de El Volcán, cercano a Tucupita. Siguió con la con la presentación de la Sinfónica Regional Infantil de Delta Amacuro y la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela y cerró con la reunión de las dos orquestas y el público de pie aplaudiendo a los pequeños.
Al cerrar su presentación en Tucupita, la SNVI siguió camino a Maturín para continuar con la agenda del II Seminario Encuentro organizado por Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo ente rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular de Despacho de la Presidencia y Seguimiento de Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.