Tomás Grau: “Los 50 años son solo el comienzo del trabajo que realizó el Maestro José Antonio Abreu”
La sensibilidad y pasión por la música son virtudes que han caracterizado a Tomás Grau desde sus inicios como director de orquesta. En su segunda venida a Venezuela, nos cuenta lo que ha sido compartir con las diferentes generaciones de músicos venezolanos que conforman las orquestas sinfónicas Simón Bolívar, Juan José Landaeta y la de Cámara Simón Bolívar. Asimismo el impacto que ha tenido El Sistema, como programa social, en su vida personal y profesional.
—Maestro, nos gustaría que hiciera una breve comparación de lo que es El Sistema para usted hoy día versus la primera vez que vino.
Desde pequeñito sigo a El Sistema porque en España se transmitió en la televisión pública, en un programa cultural, un documental sobre cómo la música transforma la sociedad. Explicaban cómo se les daba a los niños esta formación tan interesante e importante, con tanto nivel musical y personal. Eso, de entrada, fue muy bonito para mí.
La primera vez que vine a Venezuela fue hace un año, estuve un mes y fue impresionante. En mi primer encuentro dirigí la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta: jóvenes muy talentosos, con muchas ganas, mucha pasión por la música. Seguidamente, dirigí la Orquesta de Cámara Simón Bolívar, justamente en su creación. El ambiente de trabajo fue muy diferente, con más experiencia a la hora de afrontar el repertorio. De esta manera, tuve dos semanas muy distintas entre sí. También tuve el privilegio de trabajar con la Juvenil de Caracas, no en concierto, pero sí en ensayos y ver esa cantera de músicos, artistas para el futuro de las otras orquestas.
Este año repetí con la Orquesta de Cámara Simón Bolívar con un repertorio quizá más exigente. Ahora, por primera vez, voy a dirigir a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar en mi última semana en Venezuela.
—Al conocer El Sistema por medio de un documental, ¿qué pudo confirmar una vez viniendo al país, de lo que vio en ese momento?
Lo que el documental contaba era cómo los niños iban creciendo desde las orquestas más pequeñas en los núcleos, hasta cómo se conforman las orquestas nacionales, para llegar a la punta de la pirámide que sería la Sinfónica Simón Bolívar. Todo eso lo pude ver aquí en mi visita al núcleo Montalbán el año pasado y en el núcleo de Corpoelec este año.
De esta manera, confirmé que sigue siendo necesario el trabajo de los núcleos para dar los pasos de esa primera formación y luego esos niños puedan llegar a ser solistas, no solo de una Bolívar, sino –como está pasando ahora– de muchas de las orquestas europeas.
—Hablando de Europa, ¿qué cree usted que aporta El Sistema a otros modelos, como el europeo que es distinto al de acá?
Tengo una anécdota muy cercana. En la orquesta donde soy titular, la Franz Schubert Filharmonia de Tarragona, tengo dos músicos venezolanos formados en El Sistema: Miguel Ángel Castillo y Luis Alfredo Montes. Anteriormente, había pasado por la orquesta Ariana Otoño. El Sistema está nutriendo no solo a las orquestas venezolanas, sino a todo el mundo con músicos altamente preparados.
—Partiendo de ahí, quisiéramos que nos dé un mensaje de cara a los 50 años de El Sistema.
En el fondo, los 50 años son solo el comienzo de ese trabajo que realizó el Maestro José Antonio Abreu. No está ni mucho menos en su cúspide, en su clímax o en su culminación, sino que todo esto es un trabajo para generaciones próximas. Para mí es solo el inicio, lo descubrí hace muchos años en un documental, pero presencial, hace muy poco. Lo que veo aquí no deja de ser formación venidera, es decir, formación y más formación a nivel musical, pero también a nivel personal porque cuando tú tienes un millón de niños estudiando, no hay un final; por eso este aniversario es solo el principio de algo.
Estamos en el presente, no en el pasado. Los próximos cincuenta años pueden desarrollar aún más el futuro de estos jóvenes y adultos que encuentran una forma de profesionalizarse en la música o solo de formarse –como decimos en Europa– para ser el público del futuro. A lo mejor no terminan dedicándose a la música, pero al haber estudiado y tener un nivel musical y humano, se convierten en el público para la música clásica del futuro.
—¿Cuál es el principal motivo por el que un maestro internacional debería conocer El Sistema?
Es difícil dar una respuesta, porque cada uno tiene su experiencia personal. Yo estoy muy condicionado porque sí que lo he vivido y lo he seguido. Si alguien no conoce El Sistema es que no está en el mundo porque es imposible no conocerlo. Lo que recomiendo es la experiencia a nivel humano y personal, es muy interesante.
El año pasado estuve en el concierto que dio el coro a capella de música sacra, particularmente no he dirigido un coro entero, con todas las voces, porque estoy en dirección coral antes que orquestal. Para mí fue muy emocionante poder, por fin, escuchar un coro sinfónico de verdad, donde todos son solistas a la vez que son integrantes; esto en Europa no es habitual, nada habitual. Particularmente, me marcó mucho.
Además escuchar el ensamble de metales, el grupo de rock, el Alma Llanera, es decir, El Sistema no es solo la Simón Bolívar es mucho más, es descubrir que todos son iguales y que se les da la misma importancia. Eso es lo bonito de la música, que nos hace iguales a todos.
—¿Qué mensaje le daría a todos los que están todavía trabajando para que estas instituciones sigan siendo representativas para el país y para el mundo?
Solo hay dos caminos: ir hacia arriba o ir hacia abajo, el reto está en mantenerse, mantener viva la llama. Entonces toda mi energía y mi apoyo para que El Sistema siga creciendo hacia nuevos horizontes y hacia la excelencia musical, que es un camino cada vez más corto, pero cada vez más largo; más cerca de la excelencia y más difícil de recorrer el siguiente paso.
¡Sigan así, van en muy buen camino! Esperemos que en una mejor situación económica del país, se pueda dar un último impulso hacia la excelencia ya existente.
—¿Volvería una tercera vez?
No depende de mí, sino de las gerencias de las orquestas, pero ¡claro, encantadísimo de volver!