Una obra maestra de importancia trascendental se estrenó hace 200 años
Sinfonía N.° 9 en re menor, op. 125 de Ludwig van Beethoven fue estrenada en Viena el 7 de mayo de 1824. Su poderoso mensaje sigue aún tan vigente como entonces. Los maestros Lourdes Sánchez y Andrés David Ascanio reflexionan sobre esta obra
PRENSA EL SISTEMA
Es quizás una de las obras más conocidas de la música clásica. Su energía e influencia se han extendido a diversos ámbitos de las artes y de la vida pública. Es frecuentemente evocada en el cine y la literatura. Ha sido interpretada en la inauguración de varias ediciones de los Juegos Olímpicos y en ceremonias de entrega del Premio Nobel de la Paz. Pintores como Gustav Klimt y Mark Rothko le dieron colores.
Cuando Ludwig van Beethoven comenzó a componer la Sinfonía N.° 9 en re menor, op. 125 en 1822, ya estaba completamente sordo. Si nos aventuramos en el terreno de la especulación, podríamos decir que el compositor alemán quizás no se hubiera imaginado que algunos de los momentos más grandes de la historia contemporánea habrían sido musicalizados con su obra, como cuando Leonard Bernstein reunió una orquesta con músicos de las dos Alemanias para interpretarla en Berlín en la Navidad de 1989, semanas después de la caída del muro.
Dos siglos después de su estreno en el Kärntnertortheater de Viena, Austria, la Novena Sinfonía sigue cautivando a la audiencia con su belleza. Fue nombrada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2002. La grandiosidad de su escala, la emotividad de su melodía y la fuerza de su mensaje universal la convierten en una representación icónica del espíritu romántico.
Es una obra maravillosa, dice el maestro Andrés David Ascanio, director Académico Musical de El Sistema. Se considera un puente entre el período clásico y el romántico, como señala: “Es una especie de bisagra, un antes y un después. Abre las puertas hacia el romanticismo. Rompió esquemas en su momento y todavía hoy en día sigue siendo un referente en lo musical por su estructura, por cómo Beethoven desarrolla al máximo las innovaciones armónicas, de fraseo, de estructuras, que había venido trabajando en sus anteriores sinfonías”.
Para el cuarto movimiento, Beethoven musicalizó el poema Oda a la alegría, del poeta alemán Friedrich Schiller. El compositor agregó texto propio, así expandió el mensaje de la obra y le dio un carácter más universal, asegura la maestra Lourdes Sánchez, directora de la Coral Nacional Simón Bolívar.
«El texto tiene un gran poder simbólico que ha perdurado a lo largo de la historia. Representa la fraternidad, la unidad, la libertad y, sobre todo, la hermandad. Posee un profundo sentido de espiritualidad, a la vez que es jubiloso. Muestra toda la gama de emociones que el ser humano puede experimentar, especialmente en ese sentimiento de fraternidad y amistad. Beethoven no estaba desligado del contenido poético del texto, sino que creía profundamente en su mensaje, quizás por eso lo escogió. La Novena Sinfonía se convirtió en un reflejo de este espíritu”, explica.
La Novena en El Sistema
La Novena Sinfonía de Beethoven es un pilar fundamental en la identidad y trayectoria de El Sistema, tanto por su valor musical como por su significado simbólico, destaca Sánchez.
“Esta obra siempre ha estado presente en momentos relevantes de nuestra institución, como aniversarios, homenajes, bienvenidas a grandes maestros. Cuando uno le preguntaba al Maestro Abreu qué vamos a hacer, decía sin titubear la Novena Sinfonía de Beethoven. Esta obra fue significativa para el Maestro Abreu y es significativa en la historia de El Sistema. Ha sido parte de la preparación de grandes directores, marcó pauta en los encuentros sinfónicos – corales donde mostramos el desarrollo de nuestros coros y orquestas en conjunto”, agrega.
Ascanio añade: “Es una obra bien demandante, aunque no lo parezca. Tuve la oportunidad de poder tocarla varias veces, como trompetista, con la orquesta. El año pasado tuve la ocasión de dirigirla completa en concierto por primera vez, lo que fue maravilloso. Es un privilegio poder dirigir una obra de esa magnitud”.
El director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela recuerda especialmente la participación de la agrupación, de la que formó parte, en el Ciclo de Beethoven en el Musikverein de Viena, que cerró con la Novena Sinfonía en un concierto dirigido por el maestro Gustavo Dudamel.
El bicentenario de esta sinfonía es una oportunidad para reflexionar sobre el poder de la música para unir a las personas y promover la paz. En un mundo que enfrenta muchos desafíos, el mensaje de esta obra maestra es tan relevante hoy como lo fue hace 200 años.
La Novena Sinfonía de Beethoven ha tenido un impacto cultural profundo y duradero, ha trascendido las fronteras de la música para convertirse en un símbolo de unidad, esperanza, libertad y creatividad. Su legado inspira a personas de todo el mundo y se ha consolidado como una obra maestra atemporal.
Que todos podamos ser testigos y partícipes de la paz y la belleza a través de la música es uno de los nortes del Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular para Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.