Dos contrabajistas venezolanos se adueñan de un atril de la Filarmónica de Berlín
Ser invitado de la plantilla alemana es una de las recompensas que el 2014 regaló a los logros musicales que el contrabajista de la Sinfónica Simón Bolívar, Óscar Luque, consolidó en 2013; una experiencia que vive leyendo de la misma partitura que su afamado colega venezolano, Edicson Ruiz
El 2013 fue un prolijo año para el contrabajista Óscar Luque. Este intérprete mostró ante su gremio del ámbito mundial el nivel de la Academia Latinoamericana de Contrabajo del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela haciéndose con dos grandes reconocimientos: segundo lugar de la Convención de la Sociedad Internacional de Contrabajistas en Nueva York, y Primer Premio del Concurso Internacional de Contrabajo “Rubato Strings”, celebrado en Tokio, Japón. El 2014 se apuró en darle recompensas: acompañar en la fila de contrabajos de la Filarmónica de Berlín al también venezolano Edicson Ruiz.
“Es la primera vez que en la orquesta hay dos latinoamericanos del mismo país en un atril”, aclara Ruiz, quien se llevó el honor de ser el primero de la región y el más joven en ingresar a ésta, una de las mejores y más prestigiosas orquestas del mundo. El caraqueño siente este momento como “la coronación de la efectividad del método venezolano de enseñar la música clásica”.
Luque -quien es contrabajista de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela- vive por un momento el sueño que millones de músicos de todo el mundo quisieran alcanzar, uno que Edicson Ruiz concretó a largo plazo, y que a él le honra durante dos semanas y seis conciertos en el templo de la música clásica del mundo: el Philharmonie de Berlín.
“Me siento sumamente privilegiado. Muchos músicos soñamos con poder compartir y aprender de estos grandes maestros. Ensayar con ellos ha sido increíble, su calidad técnica y musical es inmensa, y son muy objetivos: no dejan de visualizar su ejecución”, describe Luque del trabajo que ha desempeñado en la plantilla alemana, con la que subió al escenario los últimos días de enero (28, 29 y 30), así como lo hace esta semana con conciertos el 6, 7 y 8 de febrero, en los que ejecutan -bajo la dirección del maestro sueco Herbert Blomstedt- la Sinfonía Mathis der Maler de Paul Hindemith y la Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz.
“Lo que más he disfrutado de tocar aquí es el nivel individual de cada músico; la mayoría de ellos son solistas increíbles. El trabajo se logra muy rápido y gracias a Dios tengo a mi amigo y hermano Edicson al lado para sentirme un poco más en casa”, expresa desde Berlín el alumno del maestro Félix Petit. “Siento una gran responsabilidad y es un honor vivir esta invitación al lado de Edicson, que para mí es uno de los grandes. Él y esta fila hacen temblar la tarima”, celebra el intérprete que comenzó su carrera en el núcleo de San Agustín (Caracas) y cuenta con 24 años de edad.
Para su compañero de atril, Edicson Ruiz, esta presencia venezolana en la Filarmónica rompe esquemas rotundamente: “cosas como esta demuestran que los parámetros académicos pueden ser vencidos por la esperanza, el deseo de superación, la perseverancia, la calidad, y por supuesto, una juventud avasallante. Este es uno más de los numerosos milagros de El Sistema”.