Madres entonan su propia partitura en el Coro Adulto Inocente Carreño

Tres historias de mujeres que redefinieron su rol en El Sistema, cuando pasaron de representantes a protagonistas de su propia vivencia musical
PRENSA EL SISTEMA
En cada rincón del mundo, las madres son un pilar fundamental dentro de la sociedad: tejedoras de hogares y guías incansables de futuros prometedores. A partir de las oportunidades que brinda El Sistema y haciendo honor al lema “Música para Todos”, el Coro Adulto Inocente Carreño (CAIC) se ha convertido en un espacio donde madres y abuelas pasaron de acompañar sueños a vivirlos.
Yolanda Riobueno de Frías lleva una década transformando su vida a través del coro. Lo que comenzó como el simple acompañamiento a sus tres hijos y luego a su nieto, se convirtió en su propia pasión. «Mi familia es muy musical, mi mamá cantaba, mis hermanos cantan, todo el tiempo nos ha gustado cantar, pero lo hacía empíricamente, y ahora sí leo las partituras”, cuenta con orgullo.
Su historia se entrelaza con la de Lisandri Verdú, madre de tres músicos, para quien El Sistema se ha convertido en parte del ADN familiar. «Era una persona supertímida, pero aquí he intentado incluso hasta ser solista con el coro y sigo en la tarea, me sigo retando y de verdad estoy feliz”, confiesa.
María Isabel Acevedo descubrió su vocación artística hace aproximadamente diez años. Esta docente especialista, que antes solo acompañaba a su hija cornista a sus prácticas, hoy dirige el coro preparatorio y asiste al profesor Joel Pérez durante los ensayos. «Nunca pensé que podría estar en este mundo tan hermoso, tan maravilloso que cada día me hace aprender más y más”, afirma emocionada.
El origen de esta agrupación lo explica el profesor Joel Pérez, director del coro: “Empezó como una idea de los representantes de los Niños Cantores de Venezuela, porque ellos llevaban a sus hijos a los ensayos y a veces tenían que esperar mucho rato. Entonces, surgió la idea del coro para que ellos tuvieran esa conexión con sus hijos y se identificaran más con lo que ellos hacen”.
Luego de casi diez años de trayectoria de la agrupación, en la que han compartido con diferentes cantantes que actualmente forman parte de la Coral Nacional Simón Bolívar, el cambio ha sido muy notorio. “Antes se autodenominaban como ‘el coro de los viejitos’, y hoy llegan vestidos de gala diciendo con orgullo ‘somos del Coro Inocente Carreño’”, agrega.
Madres transformadas
Para Yolanda, Lisandri y María Isabel, conocer la institución a través de las experiencias de sus hijos, ha sido parte fundamental para su evolución a nivel personal, profesional y espiritual, llenando sus vidas de agradecimiento, orgullo, pasión y autorreconocimiento.
“Esto trasciende, y yo lo agradezco. Agradezco principalmente al Maestro (José Antonio Abreu), por esta oportunidad de abrir esas puertas a mi familia. A cada uno de mis niños los abrazó, los acogió, les dio de todo y hoy son lo que son, no solamente excelentes músicos, sino maravillosas personas, llenos de valores, llenos de principios, con mucha riqueza, no solamente la riqueza del conocimiento, sino la riqueza del alma. Con la música hemos traspasado hasta el infinito y más allá”, comparte Lisandri.
Yolanda también expresó su sentir sobre lo que ha hecho El Sistema por su núcleo familar: “Siempre he estado allí y ahora que estoy dentro ya formando parte de El Sistema, pues estoy más feliz, me siento más realizada. Para mí y mis hijos fue muy importante que estuvieran en la música, eso les creó mucha disciplina. Yo iba todos los días con los tres para La Rinconada, cada uno con el instrumento, hasta la noche cuando regresábamos para la casa. Eso creó mucha disciplina y les dio mucha seguridad”.
Estas tres madres coralistas se emocionan al unísono cuando se trata de invitar a nuevas integrantes a que formen parte del CAIC, y resaltan la importancia de aprovechar las oportunidades, no prestarle atención a la edad o las ocupaciones laborales, y aseguran que vale la pena enriquecerse, redescubrirse, compartir experiencias y hacer arte.
Este Día de las Madres celebramos más que su talento: honramos el valor de quienes, después de tejer los sueños de sus hijos, encontraron los hilos para bordar los propios. Porque cuando una madre canta, no solo entona una canción, también cosecha los frutos de aquel amor que primero dio todo, y al fin, se atrevió a recibir.