Acuarius Zambrano: “Tenemos un potencial enorme de percusionistas en Venezuela”
Con la fortaleza de tener 200 agrupaciones de percusión, en las que participan más de cinco mil niños y jóvenes, este jueves 12 de noviembre arrancó la décima edición del Festival Internacional de Percusión de Los Llanos
Cuando esto comenzó, en 2003, en las orquestas de El Sistema sólo habían tres marimbas. Dos se encontraban en Caracas. La otra estaba en San Felipe. Movilizar estos tres instrumentos y colocarlos en una sola tarima era, para aquel entonces, toda una hazaña. Ocho músicos, integrantes de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, lo hicieron posible: Acuarius Zambrano, Matías Azpúrua, Simón González, Luis Trejo, Ramón Granda, Félix Mendoza, Freddy Adrián y Lusbell Jiménez, quienes conformaron el Ensamble de Percusión Atalaya, una de las dos únicas agrupaciones de este estilo dentro de El Sistema para ese momento. Ellos, cuya edad promedio era 19 años, se reunieron con el maestro José Antonio Abreu para cambiar la historia de la percusión en el país.
Sí, todo cambió desde entonces. Estos ocho jóvenes músicos arrancaron el Festival Internacional de Percusión de Los Llanos en noviembre de 2003. Diez ediciones después, ya no tienen tres marimbas en escena, tienen 36; ya no participan, como en la primera edición, sólo 60 niños, participan 500; y ahora no hay sólo dos ensambles de percusión en El Sistema: hay 200 ensambles de percusión en todo el país en los que se forman más de 5000 niños y jóvenes venezolanos.
Para Acuarius Zambrano, fundador y coordinador del evento, que se lleva a cabo en Guanare Portuguesa, del 12 al 20 de noviembre, el festival ha cambiado el panorama de la percusión en Venezuela. “Mis compañeros del Ensamble Atalaya y yo decidimos hacer el festival porque, además del Ensamble Tamborum (que era el de nuestros maestros), éramos la única agrupación de este estilo. Por iniciativa propia decidimos motivar la creación de ensambles por todo el país. Le contamos al maestro José Antonio Abreu todo lo que queríamos hacer. Comenzamos con el sueño de motivar a los distintos profesores de los núcleos a crear ensambles. En el primer festival, nuestro ensamble se presentó prácticamente en todos los conciertos, porque no había nadie más. Tocamos en grupo, hicimos recitales, dictamos clases. Este año, en la décima edición, ni siquiera pensamos en hacer conciertos porque hay tantos proyectos nuevos que nos dimos cuenta de que el objetivo se cumplió y con creces”.
¿Por qué el compromiso con la percusión venezolana?
Muchos de los integrantes del Ensamble Atalaya nos conocemos desde que estábamos en la primera generación de la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela. Nosotros, junto a otros percusionistas de la Sinfónica Juvenil de Caracas, coincidimos en la misma época en el Iudem (actualmente la Universidad Nacional Experimental de las Artes). Nos graduamos juntos y nos dimos cuenta que teníamos en común el amor por El Sistema, la música y la percusión. Decidimos tomar esa pasión como frente de batalla para conseguir lo que hoy hemos logrado, gracias a la guía y el apoyo del maestro José Antonio Abreu. Ha sido realmente un compromiso porque no es fácil. Logísticamente, el Festival Internacional de Percusión es totalmente distinto a otros festivales de otros instrumentos. Si el festival es de flauta, por ejemplo, cada quien se lleva su flauta. Nosotros, en cambio, para realizar un festival de 10 días tenemos que solicitar los instrumentos en diferentes núcleos, llevarlos a Guanare y devolverlos a cada núcleo luego. Son instrumentos grandes, que se deben tratar con el máximo cuidado. Además, está el seminario para profesores y alumnos en donde pasamos de 8:00 am a 6:00 pm trabajando. Luego, los conciertos comienzan a las 7:00 pm. Eso significa que, además de los conciertos, hay muchas cosas que se están moviendo. Hay un gran compromiso por parte de todo el equipo. Esto a nosotros no nos pesa porque llevamos la línea del maestro: hay que trabajar por cada niño.
El festival llega a su X edición, con más de 12 años de trabajo. ¿Cuáles han sido los logros alcanzados?
El primero es que ahora tenemos más de 200 agrupaciones en todo el país. Esto va desde dúos, tríos, cuartetos, ensambles de percusión (de gran formato), percusión afrovenezolana, percusión corporal y percusión clásica. Esto ha formado una nueva generación de percusionistas increíbles, que en los próximos cinco o diez años van a ser los músicos que van a ganar los premios de percusión internacional. Gracias a este trabajo también se han formado gran cantidad de solistas en la Escuela Latinoamericana de Percusión. Hemos tenido niños de 12 años interpretando conciertos complicados como solistas en compañía de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. ¡Esto no es común en el mundo! Son muy pocos los músicos que pueden hacer esto, pero ahora esto está comenzando a ser común para nosotros.
¿Qué le enseña la percusión al niño y al joven?
Primero, a la percusión la ven como una fila, cuando en realidad es una sección porque hay que tener conocimiento de muchísimos instrumentos. El percusionista debe tener un oído melódico y un oído rítmico para poder lograr ejecutar todos estos instrumentos, desde el timpani, los teclados, el redoblante y, aparte, en la percusión popular. Por eso, el percusionista es un músico integral, porque debe dominar muchas áreas. Es como si un músico de metales tuviese que tocar trombón, trompeta y tuba. La formación de un percusionista integral es el objetivo de la Escuela Latinoamericana de Percusión. La preparación de un percusionista es fuerte, hay muchos directores percusionistas como Simon Rattle, actual director de la Filarmónica de Berlín.
¿Cuántas agrupaciones se presentaron en la primera edición y cuántos se presentarán en la décima?
Los primeros participantes no fueron de todo el país, sino que se escogieron de algunas cátedras y de algunos estados de Venezuela. Recuerdo que fueron 60 muchachos. 80% de los conciertos los realizó el Ensamble Atalaya. El único artista invitado fue Alfredo Naranjo, quien desde hace un par de años ya es profesor de El Sistema. Él es como nuestro padrino, porque nos ha acompañado desde la primera edición. Tocaron la Orquesta Juvenil de Guanare y la Orquesta Sinfónica de Los Llanos con nosotros mismos como solistas. Ya para esta décima edición vamos a tener 26 ensambles. Se quedan muchos por fuera, pero sólo tenemos 11 conciertos. En esta edición tendremos una noche que llamamos Pequeños solistas. Son niños, entre 5 y 14 años, que estarán interpretando conciertos de Antonio Vivaldi, Johann Sebastian Bach, Ney Rosauro y Toshiro Mayuzumi, que son de una dificultad técnica muy alta. ¡Es definitivamente otro mundo! Imagínate, ahora tenemos 35 marimbas disponibles. La diferencia ha sido muy positiva en todos los sentidos.
¿Los niños de la I edición continúan participando en el festival?
En la décima edición vamos a realizar una capacitación docente. En nuestras estadísticas encontramos que por lo menos 70% de los directores de los núcleos del país participaron en las primeras ediciones del evento. Con la idea de ir sumando en cada edición más niños y jóvenes, estos directores le dieron paso a esas nuevas generaciones. Pero con esta capacitación docente muchos de ellos vuelven para esta edición, pues las clases van a estar dirigida a ellos. Vamos a reforzar nuestra filosofía académica, vamos a tener profesores de planificación y motivación. Vamos a tener una serie de información también fuera de la percusión que los profesores deben manejar.
El Festival se ha convertido en símbolo musical y educativo del estado Portuguesa, estado en el que naciste. ¿Qué importancia tiene este hecho para ti?
En Portuguesa, en Guanare, tenemos una serie de festivales como es el Festival Internacional del Silbón, el del Teatro de Occidente. Hay una serie de actividades culturales gigantescas. Por ende, este es un bebé en cuanto a aquellos que llevan más de 40 ediciones y 40 años ya existiendo. Sin embargo, en estas diez ediciones se ha ido ganado un espacio porque es algo único en Venezuela. Un festival de esta naturaleza sólo se ve en Guanare, incluso, dentro de los festivales de percusiones del mundo es único por la naturaleza de El Sistema. En Guanare han hecho suyo este festival, y esto es una de las cosas por las que también seguimos. La asistencia de los conciertos está en más de 90%. Otra cosa que lo hace muy fácil es la diversidad de la percusión: tienes 26 ensambles y cada uno tiene su sonido. Hay instrumentos comunes, pero algunos usan la percusión étnica, otros la afrovenezolana, otros la latina. Esto hace que sea muy rico y llama la atención de la gente.
¿En qué radica la importancia de haber fundado una Escuela Latinoamericana de Percusión?
Estamos logrando unificar el criterio de enseñanza. Esa es nuestra meta principal. Queremos seguir formando a los profesores que son quienes le ponen las baquetas en las manos a los niños para formar las nuevas generaciones. Queremos que vayan desde un principio con el criterio de la Escuela Latinoamericana de Percusión. Estamos avanzando en esto, junto a los profesores del Conservatorio de Música Simón Bolívar.
¿Cómo realizan la selección de los ensambles que van a participar en el festival?
Como siempre cuando haces un festival queda gente por fuera, a esas personas se le comienza a dar la prioridad el siguiente año. Queremos tener en el festival a la mayoría de las regiones representadas. Para los alumnos mandamos las invitaciones al coordinador regional, y él a su vez decide quiénes han trabajado arduamente para estar con nosotros.
¿Ha observado en los percusionistas más interés por unirse al Festival de Percusión, sabiendo que es una plataforma musical para todos los músicos?
Por supuesto. Aparte, dentro del público que observa cada presentación hay muchos percusionistas. De tu presentación depende tu nombre o el de tu ensamble.Te das a conocer en toda Venezuela en media hora, porque buena parte de los espectadores son percusionistas de todo el país e internacionales. Nadie quiere quedar mal ahí. Así que suben el nivel.
Las metas que tenían desde el 2003 ya se cumplieron, ¿qué viene ahora?
Ya logramos lo más difícil: hacerlo. Ahora viene algo más complicado: mantenerlo. Ya tenemos un buen número de ensambles. Se ha pensado en realizar otros eventos similares en la región de Oriente para poder beneficiar al mayor número de percusionistas. Eso será pronto. La meta de la Escuela Latinoamericana de Percusión y del Festival Internacional de Percusión de Los Llanos es comenzar a sumar logros internacionales. Tenemos un potencial enorme de percusionistas para lograr llamar la atención sobre lo que está estamos haciendo en Venezuela.
¿Ha cambiado el panorama de la percusión en Venezuela desde 2003?
Totalmente. Te puedo decir que otros músicos siempre hacían chistes sobre nuestro trabajo. Nos decían, por ejemplo, que el percusionista no era músico. ‘Aquel está allá tocando el triángulo’, nos decían. Ahora ya no piensan así, luego de ir al festival, ver a un ensamble de percusión o a un solista. Definitivamente, la percusión desde 2003 hasta ahora ha cambiado totalmente.
¿Cuándo se dieron cuenta de que valía la pena seguir con el festival?
Al principio, estábamos totalmente convencidos de que teníamos que hacerlo. Lo hicimos con mucho esfuerzo a pesar de que en los comienzos no veíamos nada. Pero a partir del cuarto festival, que se comienzan a ver los ensambles que nacen de los profesores y alumnos que asisten a esas primeras ediciones, decidimos que no debíamos parar. Contamos con el apoyo y la guía del maestro José Antonio Abreu. Él confió en nosotros y el tiempo le dio la razón.