Austria y Alemania aplaudieron al mismo tiempo el alto nivel artístico de las orquestas juveniles
Bajo la dirección de Diego Matheuz, Christian Vásquez y Dietrich Paredes, las agrupaciones cerraron su participación en el Festival de Salzburgo, con dos presentaciones, por separado, en distintos países
Bajo la dirección de Diego Matheuz, Christian Vásquez y Dietrich Paredes, las agrupaciones cerraron su participación en el Festival de Salzburgo, con dos presentaciones, por separado, en distintos países.
El mismo día y a la misma hora 480 músicos venezolanos levantaban de sus asientos a espectadores de dos países. 162,51 kilómetros separaban las presentaciones de la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño y la Juvenil de Caracas. La primera llenaba el auditorio del Stadttheater, ubicado en la ciudad alemana de Ingolstadt; y la segunda, cerraba su participación en Salzburgo con un concierto a casa llena en el Felsenreitschule, en Austria.
Como parte de la participación de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela en el Festival de Salzburgo, ambas agrupaciones se pasearon, el pasado 28 de julio, por repertorios académicos exigentes y por piezas latinoamericanas que las han hecho famosas en el mundo.
La Teresa Carreño interpretó, bajo la batuta elegante de Diego Matheuz, el Concierto para Orquesta, Sz. 116, de Béla Bartók, para luego, en la segunda parte, presentar la Sinfonía Nº. 4 en fa menor, Op. 36, de Pyotr Ilyich Tchaikovsky con Christian Vásquez en la conducción, que fue aplaudida de pie por el exigente público alemán. El cierre generó entusiasmo entre los asistentes: los integrantes de la orquesta aparecieron portando chaquetas tricolor para regalarle al público tres bises: Tico-Tico no Fubá, de Zequinha de Abreu; Malambo, de Alberto Ginastera y Mambo, de Leonard Bernstein.
Con estas tres últimas obras más la pieza Danza Bacchanale, de Camile Saint Saëns, la Juvenil de Caracas hizo lo mismo en Sazlburgo. Con una sala que se tiñó de amarillo, azul y rojo, los jóvenes músicos venezolanos lanzaron sus chaquetas como símbolo de agradecimiento y obsequio para que el público recordara, en el tiempo, la mágica noche que había vivido.
Fue una noche inusual. Entre los asistentes estaban los músicos de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, quienes al igual que la audiencia no dudaron en levantarse de sus asientos para aplaudir con orgullo la precisa y afinada interpretación de la Obertura Festiva Op. 96 y la Sinfonía N° 9, de Dmitri Shostakovich, así como la Sinfonía N° 5 en Mi Menor Op. 64, de Pyotr Ilyich Tchaikovsky. Composiciones que no solo brillaron gracias a la ejecución de los artistas, sino a la contundente dirección del maestro Dietrich Paredes.
Esta noche, las dos orquestas juveniles más representativas de Venezuela no se conformaron con haber conquistado el festival debido a sus primeras actuaciones el 26 de julio, cuando la Teresa Carreño rompió las barreras del tiempo y ejecutó por casi cuatro horas un repertorio que mantuvo al público embelesado; y la Juvenil de Caracas como protagonista musical de la ceremonia oficial de apertura, el viernes 27, donde por primera vez una agrupación extranjera interpretó el Himno Nacional del país europeo.
En Salzburgo siguen deslumbrando los carteles de lo que han bautizado como “El Sistema: La Residencia”. Aún quedan nueve conciertos con los que el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, ente rector de la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, seguirá demostrando una vez más que «Los niños y jóvenes venezolanos triunfan con la música».