El Sistema le cambió el rostro a La Ceiba
Ubicado en el corazón de San Agustín del Sur, los 250 niños y jóvenes que conforman hoy la plantilla del Núcleo La Ceiba y la comunidad han transformado el ritmo de sus vidas gracias al trabajo que realizan más de 17 profesores. Como parte de la celebración por sus dos años de trabajo, el sábado 30 de mayo de 2015, tuvieron un concierto en Hornos de Cal
El ritmo de La Ceiba cambió. Desde hace dos años, en la popular comunidad de San Agustín del Sur los sonidos de los instrumentos de metales y de cuerdas que se escapan por las ventanas del segundo piso del Centro para el encuentro popular La Ceiba. Ahí, en la estación homónima del Metro Cable de San Agustín, está ubicado el Núcleo La Ceiba del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, uno de los 39 que funcionan en el Distrito Capital.
Este núcleo ha sido, desde mayo de 2013, la herramienta de acción social que han utilizado las comunidades de Fila de Marín, Hornos de Cal, El Manguito, San Agustín y La Ceiba para apartar del ocio y de la violencia a más de 250 niños y jóvenes. Ellos, junto a 17 profesores de El Sistema, están celebrando este mes los dos años que llevan cambiándole el rostro al barrio.
La semana pasada, las agrupaciones del La Ceiba (la Coral Infantil, Alma Llanera Infantil, el Ensamble de Metales y la Orquesta Infantil) convirtieron el Sótano 1 de la Torre Oeste de Parque Central en un escenario musical. También celebraron en el Teatro Alameda la creación, allí, de un módulo del núcleo para desarrollar el Programa Alma Llanera, que funcionará con profesores e instructores de la misma comunidad. El sábado 30 de mayo a las 3:00 pm, el Ensamble de Metales abrió en las afueras de la estación Hornos de Cal, la celebración del Día de las Madres que realiza la comunidad, a través del Consejo Comunal Alicia Núñez.
La creación de este núcleo de El Sistema ha cambiado el ritmo de la comunidad. Así lo afirma Solange Guerra, madre de cuatro niños que forman parte del núcleo desde que inició. “El cambio la comunidad ha sido importante. Ahora las familias se reúnen en torno al aprendizaje que tiene su hijo”. “Cuando los niños van caminando con sus instrumentos por el barrio la misma gente los detiene para que le den una muestra de lo que han aprendido. Todos nos sentimos orgullosos del trabajo que aquí se hace”, cuenta la mamá de Amanda Celeste, trombonista de 12 años; María Alejandra, cornista, de 11 años; María Gabriela, cornista, de nueve años; y Pablo Alejandro, quien está en iniciación al violín con apenas seis años de edad.
Fue la misma comunidad quien promocionó la llegada del núcleo a La Ceiba. Los profesores de El Sistema asistieron al Colegio Don Pedro Fe y Alegría, epicentro educativo de San Agustín del Sur. Luego, los padres, representantes, y consejos comunales se hicieron eco de la noticia a través de volantes, pancartas, y papelitos que entregaban en las esquinas, en los abastos, casa por casas y hasta en los funiculares del Metro Cable. Guerra explica que la comunidad, que además ha sido la cuna de músicos como los del Grupo Madera, insiste: “Nuestros niños ni siquiera habían visto muchos de los instrumentos que hoy ejecutan con gran pasión”.
En total, hoy cuenta con 160 niños y jóvenes que reciben clases en el núcleo, y unos 90, de primera y segunda etapa del Colegio Don Pedro Fe y Alegría, que forman parte del Proyecto Simón Bolívar. En los seis salones del núcleo se desarrolla el Programa coral-orquestal, Programa Alma Llanera para niños y adultos, este último se dicta los días martes y jueves, entre las 3:00 y las 5:00 p.m.; y las cátedras de metales, viento madera y cuerdas.
“Fue complejo cuando comenzamos”, comenta el director del núcleo Leonardo Montúfar. “Recibimos niños que no conocían de disciplina, ni responsabilidad. El fin de El Sistema es ese: ofrecerle a nuestros niños y jóvenes valores para formar ciudadanos. La música se fue encargando poco a poco de todo, hasta del hecho de que los muchachos hicieran silencio. Ya nuestros estudiantes se están convirtiendo en preparadores. Aquí nos hemos conseguido con mucho talento. Para ellos el núcleo es una zona neutral: aquí se viene a aprender y a hacer música. No hablamos de violencia, porque ni siquiera dentro de nuestras aulas se generan peleas entre ellos. Aquí hay muchas fortalezas, hemos abierto un nuevo espacio de conocimiento”, explica Montúfar, quien se ha formado en El Sistema y ha trabajado con el Programa Penitenciario, dirigido el Núcleo El Hatillo y ha dado clases en el Conservatorio de Música Simón Bolívar.
Emilia Haslam, quien comenzó a formar parte de El Sistema en 1975 cuando apenas tenía 14 años, es la profesora de cuerdas del núcleo. Con tres meses en la institución, la maestra asegura que el cambio que ha experimentado la comunidad de San Agustín del Sur. “Cuando José Antonio Abreu nos dijo que teníamos que ‘tocar y luchar’ ninguno de nosotros podría imaginar que íbamos a lograr esto. El Sistema fue creado con una misión social para dedicarse a las comunidades”, asegura.
Emily, como se le conoce a la maestra de violín, ha sido testigo de la transformación de los chicos del Núcleo de la Ceiba, que además atiende a futuros músicos de Parque Central, El Paraíso, El Helicoide y Fuerzas Armadas. “Mientras le des cariño y música a los niños puedes generar cambios en ellos. Vemos que ahora los muchachos están más preocupados en cambiar sus vidas. Por ejemplo, tres de mis chelistas quieren dedicarse a la música. Eso es parte del milagro”, asegura Haslam, quien además se ha formado por psicóloga, psicopedagoga y directora.
Con la labor de este núcleo también celebra los “40 años tocando el sentimiento de un país” a través del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo ente rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.