“La Sinfónica Simón Bolívar me ha ofrecido un bagaje extraordinario y envidiable”
La clarinetista Carmen Borregales tuvo el privilegio de compartir con sus maestros desde su temprana iniciación. Se muestra agradecida de las oportunidades y objetivos alcanzados. Ahora continúa con la misión de inculcar valores a sus alumnos y sobre todo respeto por la música
Carmen Borregales es la principal de la fila de clarinetes de la Sinfónica Simón Bolívar (SSB). Se inició en la vida musical a los 7 años de edad en el Núcleo de Falcón y de allí pasó por todos los niveles orquestales de El Sistema. Tuvo la oportunidad de ser parte de la primera selección de músicos para la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela. Desde muy pequeña conoció los escenarios.
Cuando por motivos de edad abandonó la Nacional Infantil combinó sus estudios universitarios con clases en el Conservatorio de Música Simón Bolívar, aunque no realizaba prácticas orquestales. Durante ese tiempo sus maestros, Edgar Pronio y Valdemar Rodríguez, la invitaban ocasionalmente como extra para la Sinfónica Simón Bolívar.
“En varias oportunidades toqué piccolo y para mí era una cosa increíble estar en ese orquestón, porque pasé de la Sinfónica de Falcón, a estudiar en la Universidad Metropolitana y de pronto estaba tocando el piccolo en la Sinfónica Simón Bolívar”. Recordó “la sensación era inmensa, estar allí al lado de mis maestros”.
Aseguró que tuvo uno de los mayores aprendizajes gracias a esa experiencia. “Ser el segundo clarinete en una sinfonía de Mendelssohn al lado de mi profesor, más allá un Omar Ascanio y al otro lado un Andrés Eloy Medina, (fagote y oboe principal de la SSB respectivamente) uno piensa ¿qué hago yo aquí, dios mío? Ya eso es un aprendizaje enorme y también una responsabilidad”. Así lo rememoró.
No solo la enorme admiración que todos los músicos de El Sistema sienten por esta orquesta pionera, sino el hecho de su participación previa como extra en la Sinfónica Simón Bolívar la llevó a muy corta edad, 23 años, a audicionar para formar parte de esa plantilla. “Cuando me preguntaban por qué quería entrar a La Bolívar respondía: Yo quiero estar aquí, con este sonido, con esta gente”. Y sorprendió a muchos pero entró. “Y esa fue la única vez que audicioné y quedé como fila. Eso para mí fue algo muy importante porque yo venía de no tener práctica orquestal”, aseguró.
Grandes anécdotas, enormes oportunidades
Entre las grandes oportunidades que le ha dado ser parte de la SSB recuerda el concierto que le permitió ser primer clarinete de una tercera de Beethoven, dirigida por Krzysztof Penderecki. Recordó que aún sentada le temblaban las piernas. “El aprendizaje no solo se da cuando son directores importantes, también cuando son grandes solistas”. Revivió su participación en el concierto del violinista italiano Uto Ughi. “La última vez que estuvo aquí toqué una obra de Tchaikovsky en la que hay unos solos muy importantes de clarinete allí. Y ese señor me miraba y estaba feliz y yo me sentía feliz también”.
Para ella el hecho de formar parte de la Sinfónica Simón Bolívar le ha ofrecido un bagaje extraordinario y envidiable para cualquier músico de su edad, apenas tiene 35 años. “He tenido la oportunidad de ir a concursos internacionales y medirme en grandes escenarios con gente de mi edad, estudiada en grandes instituciones musicales y son gente que no tiene la experiencia que la Sinfónica Simón Bolívar me ha brindado”.
Hace poco tuvo la oportunidad de tocar el Concierto de Carl Nielsen. “Es un concierto de graduación en el repertorio del clarinete, es un concierto que todos nos estudiamos mucho y es un sueño lograr. Y ese sueño pude lograrlo de la mano de mi orquesta, en mi casa”. Recalcó que este tipo de oportunidades le han servido para crecer como músico “La Carmen que queda luego de todo esto tiene un dominio técnico superior”.
Admiración que une
Borregales recordó que su relación con el Maestro José Antonio Abreu empezó desde muy pequeña, cuando formó parte de las filas de la Sinfónica Nacional Infantil y aseguró que desde ese momento hubo familiaridad. “Uno desde muy pequeño desarrolla ese sentimiento de admiración por ese señor que está allí, que está pendiente de que seas mejor, de que te desarrolles y te luzcas en la orquesta. Desde allí hay una sensación de familia, de amistad. Tú no sientes que hay distancia”.
Agregó que conocer al Maestro fue una experiencia enriquecedora espiritualmente. Carmen recordó con mucha emotividad el momento de despedirse del Maestro y con la voz partida por la emoción recalcó: “Yo tengo que agradecerle mucho porque él le dio la oportunidad de su vida, a una niña de 13 años, de tocar en el Teresa Carreño el primer solo de clarinete. Son cosas que te dejan marcado y desde donde lo viví me siento especialmente privilegiada”.
Desde su rol de docente quiere inculcarles a sus alumnos el respeto por la música. “Hay que prepararse, hay que estudiar, hay que tener norte y pensar por sí mismo. Hay que tener respeto por el arte”. Con base en esa premisa busca que sus muchachos se lleven un aprendizaje integral. Para ella lo importante es formar ciudadanos “que tengan algo bueno que ofrecer, que se realicen como seres humanos y tener un propósito que beneficie y brinde algo bueno a la sociedad”. Añade que ese eje ético funciona para desarrollarse en la Sinfónica Simón Bolívar o donde sus alumnos lo deseen. “La Bolívar es uno de los nortes de nuestros músicos pero no el único. Hay tantas cosas que se pueden hacer como músico y eso es lo rico de lo que hacemos aquí”.
Los maestros de la SSB son el mayor orgullo del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.