Lazo musical unió a Escocia y Venezuela
Este martes, 14 de enero, la Orquesta Sinfónica Big Noise de Raploch y la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil de Montalbán, rompieron las barreras idiomáticas, raciales y culturales, al constituir una orquesta binacional que demostró el alcance mundial de la filosofía de El Sistema
Durante un año, los niños que integran la Orquesta Sinfónica Big Noise de Raploch (Escocia), se prepararon para este momento: tocar junto a músicos de El Sistema en tierras venezolanas. Este martes, 14 de enero, se cumplió el sueño. Sentados sin diferencias idiomáticas, raciales o culturales, solo entrelazados por la música, los chicos escoceses compartieron escenario con sus compañeros de la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil de Montalbán, para así conformar una agrupación binacional que demostrara el alcance mundial de la filosofía de El Sistema.
El concierto comenzó con la actuación de 52 chicos de la orquesta de Big Noise, quienes en representación de un total de 1000 niños que actualmente atiende El Sistema Escocia, viajaron por primera vez a Venezuela para conocer el trabajo pedagógico y musical del proyecto sobre el que están inspirados.
Bajo la dirección de su conductor, Francis Cummings, los músicos entre 9 y 15 años de edad, interpretaron la “Marcha de los Toreros” de la ópera Carmen, autoría de Georges Bizet; Bavaria, de Peter Martín; Dance of the Tumblers, de Nikolái Rimski-Kórsakov; y Rondó de la suite Abdelazer, de Henry Purcell. El público de la Sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música no dudó en aplaudirlos de pie al finalizar su participación.
Luego, los venezolanos ocuparon las sillas. El color de piel de los músicos cambió, pero la sensación era la misma: niños y jóvenes se expresaron a través del sonido de sus instrumentos. Esta vez se montó en el podio el director titular de la Juvenil de Montalbán, Ramón Poleo. Y una sola pieza, el último movimiento de la Sinfonía nº 4, de Piotr Ilych Tchaikovsky, mostró la pasión y energía de los muchachos criollos. Valores que durante 10 días trabajaron junto a sus hermanos escoceses en las jornadas de ensayos y talleres.
Ahora llegaría el gran momento de la noche: Escocia y Venezuela se unían en una sola orquesta. Con la batuta compartida entre Cummings y Poleo, además de la participación especial de Iain Sandilands al dirigir la primera pieza Danza del Sabre para un ensamble de percusión, la binacional interpretó la Danza Húngara nº 5, de Johannes Brahms; el cuarto movimiento de la Sinfonía nº 5, de Ludwig van Beethoven; Hermosa Escocia, obra escrita por el escocés Peter Nicholson para esta ocasión; y Danzón nº 2, de Arturo Márquez, pieza con la que los muchachos se intercambiaron sus respectivas cintas alusivas a sus banderas nacionales, y dieron por finalizado el concierto. La audiencia ovacionó a los jóvenes músicos y estos a su vez sonrieron ante los aplausos.
Esta presentación demostró el lazo que une dentro y fuera del escenario a centenares de niños que alrededor del mundo crecen a través de la música. Premisa que es posible gracias a iniciativas como Big Noise y el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juvenil e Infantiles de Venezuela, este último tutelado por la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular del Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.