Rodolfo Saglimbeni disfruta de su rol como director en cualquier parte del mundo
La pasión por su trabajo, la entrega que percibe en nuestros músicos y su amor por Venezuela afloran en todas sus interpretaciones del presente en su vida y su carrera artística. Como parte de su compromiso con El Sistema estuvo al frente de dos conciertos de recientes, y asegura que continuará alzando su batuta aquí, para continuar haciendo el país que desea desde el podio
Prensa El Sistema
Inspirarse con la vista que le ofrece Caracas desde su hogar, poder tomarse un selfie con las guacamayas y ver cómo sus hijos siguen desarrollando sus estudios y su carrera en Venezuela, son algunas de las razones que explican el motivo por el que Rodolfo Saglimbeni tomó la decisión de seguir trabajando en nuestro país. Desde el pasado mes de septiembre se estrenó como director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, honor que agradece con los brazos abiertos. Sin embargo, asegura que ahora le tocará viajar más que de costumbre, pero su único puerto seguro seguirá siendo el país que lo vio nacer.
El director de orquestas, natural de Barquisimeto, estado Lara, no concibe cambiar sus paisajes y sus costumbres por más difícil que sea la situación en nuestro país. Confiesa que ha sido difícil negociar con su familia, por la cantidad de tiempo que ahora estará fuera de casa. Y aunque dirigir en otros países no es una novedad en su rutina de trabajo, ahora se potencia con los compromisos que implica estar al frente de las actividades de la agrupación más prestigiosa del país austral. Aún así, asegura que su mayor compromiso está con la música en Venezuela, por lo que seguirá subiendo al podio de las orquestas profesionales del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, y todas las instituciones que lo requieran para trabajar en la formación de las nuevas generaciones.
“El proceso de renovación de las orquestas venezolanas no se detiene. Yo he sido feliz testigo de todo el movimiento de cambios que inició el Maestro José Antonio Abreu en el año 75, y que hoy en día sigue su curso. Gracias al movimiento de orquestas en todo el país, Venezuela está en la cúspide del renombre internacional y ha exportado un modelo de educación que es reconocido en buena parte del mundo. Ahora más que nunca me siento comprometido con la necesidad de formación que tienen nuestros niños y jóvenes, y disfruto mucho estar entre ellos, intercambiar con ellos y seguir siendo la gran familia que hemos sido desde el inicio de El Sistema”.
-¿Qué percibió de nuevo entre los integrantes de la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela?
-Muchas ganas de trabajar y de hacer la música con la misma calidad y excelencia acostumbrada en El Sistema. Esa combinación de nuevos integrantes con los músicos de gran experiencia internacional hace cada proceso de gran interés para los maestros. Supe también que está en proceso la nueva selección de Orquesta Nacional Infantil de Venezuela, lo cual me llena de infinita esperanza, porque nos da cuenta del espíritu de seguir adelante de nuestros niños y jóvenes. Incluso, la semana pasada tuve una grata sorpresa con un muchacho que me trajo saludos de un viejo compañero de agrupación, diciéndome que era su abuelo. Así, que es muy estimulante, porque ahora empiezo a dirigir a los nietos de mis amigos. Esas son algunas de las reflexiones que he podido compartir en estos días con quienes ahora son mis colegas, Jesús Uzcátegui y Andrés David Ascanio.
-¿Ha visto en otros países esa camaradería que hay entre los músicos sin importar de qué orquesta sean o la institución que pertenezcan?
-Es una conducta que pareciera intrínseca con la música. Es como difícil explicárselo a alguien que no es músico. Creo que tiene que ver con hacer música en colectivo, que nos permite vivir experiencias como equipo. Cuando uno hace un concierto pasan cosas inolvidables. Yo puedo recordar presentaciones de hace 40 años, y saber quién tocó el primer oboe, quien tocó la primera flauta, y quien fue el concertino en Barquisimeto, y también quien dirigió, porque más de hacer un concierto significa marcar una gesta. Creo que tal vez los músicos de otros países tengan sus vivencias, pero eso que siento que tanta alegría y entrañable cariño me pasa sobre todo aquí en Venezuela.
-¿Qué opinión tiene de los músicos que están en distintas partes del mundo y que se han convertido en centro de atención para muchos medios de comunicación?
-A mí no me extraña para nada que nuestros músicos se destaquen, han recibido unas bases excelentes, y me encuentro con muchos de ellos cuando trabajo con otras orquestas fuera del país. También me ha tocado estar en audiciones de agrupaciones internacionales y he visto como se presentan numerosos músicos venezolanos, además con mucho aprecio de quienes tienen la responsabilidad de juzgar su desempeño, porque están muy bien preparados. Todo esto no puede más que llenarnos de orgullo.
-¿Chile gana un maestro y Venezuela pierde un renombrado director de orquesta?
-No, para nada. Esto será de ir y venir. Estoy muy honrado con el nombramiento de parte de la Orquesta Nacional de Chile, que es un extraordinario conjunto musical, pero sigo haciendo música en Venezuela y en El Sistema, porque esta es mi casa, aquí está mi familia y están mis orquestas, las que hemos ayudado a crear, y que han dado formación a tantos músicos, algunos siguen su camino fuera del país, bien por necesidad o porque sencillamente es el momento de conocer otros horizontes y recibir conocimientos para seguir alimentando su talento. Lo importante de todo esto es que nosotros sigamos apoyando el arte desde cualquier espacio en que nos toque estar.
La labor del maestro Rodolfo Saglimbeni sigue fortaleciendo la formación musical dentro del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.