El patronazgo que abraza a Santa Cecilia con los músicos
El 22 de noviembre es el día para reconocer a quienes se han dedicado a la expresión musical, cuyo origen procede de la historia de una mártir cristiana, quien no imaginó que su sacrificio se haría símbolo para el arte de Orfeo
En los tribunales de Tulco Almaquio, el prefecto de la ciudad de Roma, fue presentada una joven, acusada de no ofrendar a los dioses del Imperio, algo severamente castigado por las leyes de la época El prefecto se sorprendió al ver a Cecilia, la hija de una familia senatorial romana, acusada de cristiana, y quien se negó abjurar su fe, pese a que eso le acarrearía la muerte. Almaquio cansado de persuadirla, ordenó ejecutarla en su casa como convenía a su categoría social. La noble Cecilia conocería su destino aquel 22 de noviembre, pero lejos estuvo de pensar que sería evocada entre los músicos de todo el mundo, convirtiéndose incluso en su patrona.
Las Actas del martirio de Santa Cecilia cuentan imprecisos episodios de la historia de una mártir cristiana del siglo III. Tan vagos son los escritos de su vida, que no hay certeza de la veracidad de ciertos acontecimientos. Fue un elemento en su leyenda, que la relaciona directamente con la música, pues se narra en las actas que “mientras los músicos en la boda de Cecilia tocaban, ella en su corazón, a su único Señor cantaba”.
Con esa premisa, se propagó su veneración en toda la cristiandad y debido a puntuales detalles a través de los siglos, los músicos hicieron de la mártir Cecilia un Orfeo, personaje de la mitología griega cuya música conmovía a todo ser vivo.
De mártir a benefactora
En el siglo XIV, con el auge de la iconografía religiosa, a Cecilia de Roma se le empezó a representar con instrumentos musicales. Por otra parte, a finales del siglo XV, el escritor Geoffrey Chaucer, relacionó a la santa directamente con la música, en su obra Cuentos de Canterbury.
Finalmente, en 1584 el papa Gregorio XIII canonizó a la virgen Cecilia y le otorgó el patronazgo de la música. Aquello fue un 22 de noviembre, día de su martirio. En esa oportunidad, Gregorio XIII afirmó que su nombre se convirtió en “símbolo de la música”. En 1585, su sucesor Sixto V fundó la Academia de la Música de Roma, poniendo bajo el patrocinio de la mártir recién canonizada a los músicos de dicha escuela y más adelante se le asociaría a los del mundo entero. El 22 de noviembre, desde entonces, está directamente relacionado con la música, y a partir el siglo XVII en Francia, Italia y Alemania se celebra el Día de Santa Cecilia con diversos festivales musicales. En ese sentido, la Sociedad Musical de Londres se sumó a esa celebración en 1683, con un festival realizado en esa ciudad; para esa ocasión Henry Purcell compuso la oda Laudate Ceciliam, y estaba dedicada enteramente a la santa. Más tarde, se sumaron Händel, en 1739, con la Oda por el día de St. Cecilia, y Haydn, en 1773, con la Misa de Santa Cecilia.
Al final, lo que estrechó la relación de Santa Cecilia con los músicos fue la devoción y en los años subsiguientes no existió discusión aparente, las celebraciones y festividades cada 22 de noviembre se multiplicaron en cada rincón del orbe, hasta que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) estableció esa fecha en homenaje a aquellos hombres y mujeres que deciden abrazar el camino de la recreación musical, para la unificación de los pueblos.