Óscar Luque: Muchos aprovechamos al 100% las oportunidades que nos da El Sistema
El contrabajista de 24 años concretó ya uno de los sueños de su vida profesional y ha ganado dos premios internacionales en menos de un año. Es un luchador del más alto nivel en el camino de realzar la capacidad solista de su instrumento. Para demostrarlo, esta semana se encuentra, de la mano con la Simón Bolívar y Rafael Payare, con el público de su ciudad
Si hay músicos inquietos y soñando en grande dentro de las principales orquestas de El Sistema, hay que referirse a Óscar Luque. Este caraqueño, natural del 23 de enero, acaba de cumplir 24 años de edad, 13 de ellos dedicados con rigor a la tarea de hacer surgir, de entre la masa multicolor de sonidos de su orquesta -la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela (OSSBV)- el resonar fundamental, vibrante y redondo del contrabajo.
Así, con este gigante de las cuerdas a cuestas, Óscar decidió moverse incansablemente para ganarle la carrera a la edad; para sembrar prolijas semillas en el campo de la juventud. En el 2013 ganó el segundo lugar de la Sociedad Internacional de Bajistas (ISB por sus siglas en inglés) en Nueva York, y obtuvo el Primer Premio del concurso Rubato Strings en Japón.
“Yo le decía a Edicson (Ruiz) en Berlín: ‘uno de los sueños de mi vida ha sido compartir un atril contigo’, y él se sorprendía”, rememora Óscar. Esta confesión se la hizo el pasado enero (2014), cuando demostró que los sueños pueden convertirse en realidad: ambos caraqueños, hijos del núcleo de San Agustín, compartieron uno de los atriles de la fila de contrabajos de la Filarmónica de Berlín.
Esta semana brillará en Caracas y con su orquesta materna. Es primera vez que tocará como solista junto a la agrupación a la que pertenece desde hace siete años. Definitivamente, subirá al escenario un contrabajista no solo más experimentado, sino respaldado por otras naciones del mundo, por otras escuelas de su instrumento, como un intérprete de alto nivel.
Los últimos meses de tu vida han estado llenos de una inquietud increíble, positiva por supuesto. Has conseguido dos premios internacionales y tocaste dos semanas en la Filarmónica de Berlín…
Sí, bueno, han sido cosas espontáneas. La verdad es que mi maestro Félix Petit y yo trabajamos muy duro los últimos años. Él me ha aconsejado llenarme de experiencias, disfrutar y conocer más. Nos pusimos como meta ir a la ISB y gracias a Dios gané ese segundo lugar y la mejor interpretación del Bottesini. Luego de eso quedé como en el aire, y me escribieron desde Japón para ver si quería participar en su primer concurso, el Rubato Strings. Fue un concurso súper difícil porque la verdad no sé cómo hacen los japoneses; son unas máquinas (risas). Sin embargo, gané gracias a Dios. Luego, gracias también a la gran recomendación de mi amigo y hermano Edicson Ruiz, surgió esa invitación en la Filarmónica, algo que disfruté mucho. Aprendí increíblemente… imagínate, como decimos aquí: ¡es la tapa del frasco!
Sin duda se trata de logros muy importantes en los que como dices, has aprendido mucho. Haciendo un balance, ¿qué mencionarías?
Sí… después de todo lo vivido últimamente la cabeza se me ha llenado de ideas, de nuevos gustos. Ahora siento más sensibilidad al tocar. He visto cosas técnicas increíbles y eso me ha hecho ser más fuerte en el estudio, lograr más concentración y tener más disciplina. Yo creo que en todas las profesiones debe ser igual, se necesitan eso. Es la clave del éxito.
El impulso de tu maestro Félix Petit entendemos que ha sido clave para lograr grandes cosas, sin embargo, no sería posible hacerlo sin tu propia convicción, ¿qué más te ha movido a hacer todo lo que has hecho últimamente?
Bueno, desde niño siempre he tenido una meta: veo a Edicson arriba, y ya que mi hermano estudió con él en el liceo, siempre me digo: “tengo que llegar a ese nivel, tengo que llegar ahí”. Los contrabajistas en Venezuela lo tenemos como meta y ejemplo a él, un músico que no ha tenido límites de ningún tipo. Cada vez que estoy en Berlín con él me impresiono. Tiene demasiada energía, me vuelve loco porque no para. Terminamos de ver una pieza y agarra otra (risas). De vez en cuando le tengo que decir: “ya va, vamos a descansar, vamos a tomarnos algo, un café”. Es imparable.
Según lo que has podido experimentar últimamente, ¿cómo está Venezuela posicionada en el ámbito del contrabajo o la música respecto a lo que se está haciendo en otros países?
Venezuela está en uno de los primeros lugares. Tenemos las mejores orquestas juveniles. Particularmente, el contrabajo en nuestro país está en un gran nivel. Me atrevo a decir que en uno de los primeros. Hay muchas escuelas excelentes: Estados Unidos, Asia, hay excelentes en Europa. Pero cada vez que escucho a los jóvenes en los concursos de su categoría y los comparo con mis compañeros de acá, reafirmo que nuestro nivel no está jamás por debajo. El venezolano tiene una calidad y un gusto musical muy rico, agradable, y mucho es gracias al maestro José Antonio Abreu que nos ha inyectado eso. Yo creo que la Academia Latinoamericana de Contrabajo va a llegar a ser una de las primeras en el mundo.
Esta semana tocarás por primera vez de solista con tu orquesta aquí en Venezuela. Además de la fuerza y carácter del concierto que interpretarás, ¿qué más verá en ti el público ese día?
Escucharán el resultado de un trabajo que ha estado haciendo la Academia Latinoamericana de Contrabajo. Estamos intentando cada día convertirnos en mejores solistas. Todo el mundo está acostumbrado a oír a un violín como solista, a un pianista, a un chelista, pero no a un contrabajo. Estamos trabajando para que eso cambie. Los más chiquitos están tocando conciertos increíbles y eso no se ve en todas partes del mundo. Una academia en otro país no brinda tantas oportunidades para tocar como las que te brinda ésta… somos privilegiados.
En ese sentido, ¿qué balance haces de lo que El Sistema ha representado en tu vida?
El Sistema es símbolo de paz, de armonía. Somos una familia. El ambiente de trabajo en la Bolívar es exquisito, agrada trabajar. Sus músicos -mis compañeros- no paran de buscar y aprender, son una esponja. La verdad es que nunca tenemos peleas… eso entre nosotros no existe. En definitiva creo que El Sistema es un proyecto que no solo crea músicos, sino personas de calidad, de calidad humana que yo creo que es necesario en todo el mundo. Gracias a Dios nosotros nacimos aquí y tenemos este privilegio enorme. Muchos lo estamos aprovechando al cien por ciento.