Vientos precursores: homenaje a los primeros maestros de viento-madera y corno
El grito de lucha de esta historia era bien venezolano: “A echarle pichón”, repetía una y otra vez el maestro José Antonio Abreu cuando, en 1975, comenzaba a soñar con lo imposible junto a Filiberto Núñez, Lido Guarnieri, Glenn Egner, Luis Rossi, Rubén Oscher, Rey Cantor y Ramiro Ramírez, los homenajeados de un concierto que hará la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, dirigida por el maestro Alfredo Rugeles, este domingo, 8 de marzo, en el Centro Nacional de Acción Social por la Música, en Quebrada Honda
A ellos el maestro les entregó la inmensa responsabilidad de formar a los jóvenes músicos de viento madera y corno de la Orquesta Nacional Juvenil, primera agrupación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Los reunió para trascender dentro de la pedagogía nacional.
Eran, en esa época, los únicos profesores de las cátedras de flauta, oboe, fagot, clarinete y corno. Recorrían oriente, occidente, Los Llanos, Los Andes, las costas y el centro del país para instruir al futuro musical venezolano. Organizaban talleres y ensayos, clases magistrales e individuales.
Ahí se dio inicio a la filosofía de El Sistema, que conquistó a los integrantes de la primera orquesta y ha impresionado al mundo: entregarle al estudiante desde el primer momento el instrumento. Lo que descubrieron luego de cambiar la dinámica de estudio fue revelador para este grupo de maestros: se dieron cuenta de que a su alrededor habían muchachos que querían hacer, como ellos, hasta lo imposible para lograr la locura de sembrar un país de orquestas.
A través de la fundación en paralelo del Conservatorio de Música Simón Bolívar -que dio sus primeros pasos entre Boleíta y el Teatro Teresa Carreño, para al final instalarse en El Paraíso- estos primeros músicos de la Orquesta Nacional Juvenil, bajo las directrices de sus profesores, se iniciaron en la práctica colectiva de la enseñanza musical a través de la interpretación de obras de gran complejidad orquestal.
El deseo de cambiar la historia, de la mano del maestro José Antonio Abreu, los movía. Sin importar cuántas horas tuviesen que pasar en un aeropuerto para llegar a dictar una clase en el interior del país, o si debían visitar dos ciudades el mismo día, estos maestros iban por toda Venezuela educando. Formaban agrupaciones de cámara, formaban orquestas, formaban solistas que podían competir en cualquier parte del mundo, formaban ciudadanos.
Algunos comenzaron con cinco u ocho alumnos, que durante 40 años han multiplicado sus enseñanzas no solo en Venezuela sino en los más de 50 países que han replicado el modelo pedagógico de El Sistema, institución que se ha convertido en una familia que suma más de 600 mil niños y jóvenes y a 8929 profesores maestros e instructores que aún siguen “echándole pichón” junto al maestro José Antonio Abreu.