Jesús Alfonzo, un sujeto tallado por El Sistema
Jesús Alfonzo presentará su ópera prima: Soggetto Cavato: la historia y mis relatos de los primeros cinco años de El Sistema, la primera narración musical hecha por un miembro de la Orquesta Nacional Juvenil Juan José Landaeta, como se llamó la primera agrupación del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de Venezuela. La presentación de este libro será el sábado, 4 de julio de 2015, a las 11:00 am, en el Centro Cultural Chacao
Es sábado al mediodía, Jesús Alfonzo llega puntual a una entrevista para hablar sobre el próximo lanzamiento de su libro: Soggetto Cavato: la historia y mis relatos de los primeros cinco años de El Sistema. Antes de iniciar la conversación, pide acceso al servicio de wi-fi,porque está esperando una llamada importante. Él trata de mostrarse tranquilo y dispuesto, pero hay algo que lo tiene ansioso: va a tener un encuentro con el maestro José Antonio Abreu porque quiere entregarle el primer ejemplar de su ópera prima, que aún suelta virutas de papel y huele a imprenta.
Jesús Alfonzo es una mezcla de Margarita y Caracas. Es sobrino del maestro Inocente Carreño, por lo que tienen en su sangre su herencia musical, y por lo tanto, la cadencia de la isla. Nació en Caracas, donde se unió al reto de los fundadores de El Sistema.
Su familia lo llamaba “Chuito”, pero demostró que los bautizos no los hacen solo los sacerdotes. Él se mismo se bautizó como Chúo. Su compañera de batallas musicales, su viola, se llama Carlota. Fue un aventurero de El Sistema que conquistó, por primera vez, Juilliard School, lo que le permitió convertirse en primera viola en la Orquesta Mundial de Juventudes Musicales. Ahora, convertido en profesor de Stetson University, recuerda esta historia que vivieron unos pocos, pero que fue el inicio de una que ahora viven muchos.
¿Dónde nace Chúo como músico?
Yo nací en Caracas. Mi familia es de Margarita. Inocente Carreño es mi tío. Nosotros, los margariteños heredamos esa parte musical. Yo crecí en un mundo donde la música era una rutina, era prácticamente un oficio. Oíamos música de todos los géneros. Sin embargo, mi mamá se enfocó en que nosotros tuviésemos más acceso a la música académica orquestal y a mi tío, su hermano, pues era cornista, director y compositor en la Orquesta Sinfónica Venezuela. Aquí empieza mi origen musical. Luego, me inscribí en la escuela José Ángel Lamas, cuando tenía seis años. A esa edad logré ingresar, bajo un contrabando que narro en el libro.
Cuéntenos de ese contrabando. ¿Cómo fue?
Mi papá era músico popular, daba clases en el Liceo Andrés Bello y su profesión era radiotelegrafista. Él conocía todo el ambiente musical, al igual que mi mamá y mi abuela. Ante esto, yo quería estudiar en la escuela de música. Nosotros le llamábamos la academia. Mi hermano mayor estaba inscrito, porque tenía ocho años y yo tenía seis. Pero en la escuela no dejaban entrar a niños menores de ocho años. Entonces, un amigo de mi papá, el secretario de la escuela, Claudio Lino García Lazo, habló para que “chuito” entrara en la escuela. “Bueno, vamos a esperar que Chuito tenga ocho años. El cumple en diciembre”, le decía García a mi papá. Entonces, habló con los profesores y decidieron verme, a pesar de que las audiciones que realizó el maestro Sojo habían pasado. Me hicieron el examen entré con siete años y a los ocho, que los cumplí un 25 de diciembre, quedé inscrito legalmente a la escuela. Ese fue el contrabando: pasamos por debajo de la mesa. Así, calladitos o mejor dicho: agachados.
En el libro escribe sobre el carácter anecdótico de su apodo ¿De dónde viene Chúo?
Yo creo que ustedes se leyeron mi libro [risas]. El Chuito es muy oriental. De hecho mi segundo nombre es José. Yo tengo tres nombres: Jesús José Tadeo. Yo me iba llamar José, porque todos en la casa, tradicionalmente, nos llamamos así. Mi nombre iba a ser José Tadeo, porque mi mamá era creyente de San Judas Tadeo. Nací un 25 de diciembre y mi abuela dijo: “El Jesús no se lo pueden quitar”. Ni ningún nombre se puede quitar, entonces me llamaron Jesús José Tadeo.
Yo siempre fui conocido como Chuito, y cuando yo entro a la orquesta, las hermanas Cáceres, de origen colombiano, empezaron a llamarme Chuchito y no había nada que me molestara más. Entonces yo mismo me bauticé Chúo porque había un compañero mío en el bachillerato llamado Jesús Chúo González. Entonces yo me bauticé Chúo. Y me quedé así. El bautizo me lo hice yo mismo.
Hay una proliferación de narraciones históricas sobre el desarrollo de El Sistema. ¿Qué no sabemos de El Sistema que se encuentre en su libro?
El libro está escrito por un integrante de la organización. Alguien que vivió todo el proceso. Para yo escribir esto, no solo me baso en mis recuerdos, sino en conversaciones con mis amigos. La diferencia es que yo sí viví eso junto a mis otros compañeros. Es la primera vez que un integrante de la orquesta escribe la historia de su orquesta. Si alguien llegase a pensar que no es posible lo que yo estoy diciendo en el libro, le pongo el soporte periodístico o un programa que justifique mi narración. Fuimos trece los que participamos en el primer ensayo en Caracas, pero en paralelo a eso ya había gente en Maracay, Barquisimeto, Valencia, Trujillo, entre otros.
¿Cuáles son los pasajes más importantes del libro?
Los hechos tal como sucedieron. El primer ensayo, la conquista del movimiento en los jóvenes; la conquista del movimiento en el ámbito cultural del país. Otra de las secciones que considero vitales es la descripción y análisis del maestro José Antonio Abreu porque allí yo narro su personalidad, su severidad, sus cualidades.
El título de su libro es un criptograma musical. ¿Cómo llegó a ese nombre?
El nombre sale cuando yo estoy describiendo el momento cuando nos pusieron la medalla que nos identificó como miembros fundadores de la orquesta y que tiene grabado el lema Tocar y luchar. Ese Soggetto Cavato (sujeto grabado o tallado), esas palabras, esa insignia, esa estampa, eso está allí y está grabado en mí, en mis huesos, en mi alma, en mi mente, en mi espíritu.
¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?
Siempre me gustó escribir y una vez narré varios episodios de lo que me sucedió en la orquesta. Cuando me decido a escribir en serio, reestructuré cronológicamente algunas cosas que tenía escritas y empecé a finales del mes de mayo del año pasado.
Me dediqué a escribir todo el verano. Escribía en la mañana, en la tarde, en la noche. Estaba solo en mi casa, porque mi esposa estaba viajando. Me quedé solo y en esa soledad tuve esa tranquilidad intelectual para concretar el libro. No estuve cortando la grama como, usualmente, lo hacía o sembrando matas, cosa que me gusta mucho. Trabajé un promedio de seis horas diarias de escritura. Lo interesante es que a las tres de la mañana me venía una musa, me acordaba de algo y la inquietud era muy grande al dormir, porque siempre me levantaba a apuntar algo que se me ocurría.
En diciembre ya estaba finalizando el libro. El epílogo y el prefacio los escribí en menos de dos horas. Le envié las tres primeras partes del libro se a la correctora. Ella me dijo que iba a ver que tal escribía, porque no sabía cómo lo hacía. Quizás, porque era mi primer libro, tendría que rehacer muchas cosas o hacer algunas correcciones. Sin embargo, me dijo que le fascinaba lo que había escrito.
Al realizarle la última pregunta a Jesús Alfonzo, sobre sí podía describir su viola, esa que fue responsable de que él formara parte de esta historia, Chúo recibió una llamada de Ana Cecilia Abreu, quien acabó con aquella ansiedad que demostró al inicio de la entrevista. “Voy para allá volando”, dijo, y fue camino a casa del maestro Abreu para demostrarle que nunca tuvo miedo, siempre estuvo comprometido con el país, con la orquesta, con la institución.
Nos contó que sus primeras palabras al ver al maestro Abreu fueron: “Yo describo en ese libro, José Antonio, tu severidad, generosidad y visión de futuro”. Fue un encuentro cálido, donde nunca se soltaron las manos. Esto deja claro que en el corazón de ambos el compromiso musical con el país sigue intacto.