Jhoanna Sierralta, «Mi etapa de formación como directora apenas comienza»
La joven violista recuerda con especial cariño a sus maestros, compañeros de trabajo y a todos los que ayudaron en su formación dentro de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y El Sistema. Anunció que dentro de un par de meses estará junto a Pacho Flores en una actividad que dará inicio a El Sistema en Serbia.
La violista Jhoanna Sierralta está residenciada en Madrid, donde sigue su camino de aprendizaje en la música. Asegura que ha aprendido el sonido y la manera de tocar de otras orquestas, sin perder la esencia de lo que le han enseñado en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela (El Sistema). Del afecto por sus maestros, personal de apoyo y todos los que contribuyeron a su crecimiento dentro de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar (OSSBV) habla ampliamente en esta entrevista.
¿Cómo ha sido el proceso de forjar una carrera musical en Europa?
Como todo comienzo y todo gran cambio, ha sido un poco difícil en la parte emocional. Cuando llegas a un nuevo lugar tienes muchas ganas de reconstruir lo que tenías en tu sitio de origen. Pasa un tiempo hasta comprender que todo es diferente. No es que sea mejor o peor, simplemente es diferente y hay que aprender a adaptarse sin dejar de ser tú mismo, pero sobre todo aprender a integrarse con mucha humildad, con la mente abierta para aceptar y aprender nuevas cosas y entender que todo lleva un tiempo para asimilar lo nuevo y hacerlo parte de ti.
¿Resultó un aval haber sido integrante de la orquesta cúspide de El Sistema (OSSBV?
Por supuesto que sí, y pienso que ha sido por dos razones: la primera, que nuestra orquesta es conocida en España por los conciertos que hemos hecho aquí. Muchas personas conocen El Sistema por los distintos documentales que existen, por la proyección internacional que hemos tenido a través de nuestras giras, los grandes directores que han pasado por nuestro podium y por supuesto, por el camino que nos ha trazado Gustavo Dudamel con su brillante carrera como director.
La segunda razón es por nuestra manera de tocar en orquesta. Dicho por el mismo maestro Simon Rattle, nuestra orquesta es distinta porque es una orquesta que ha tenido prácticamente los mismos integrantes desde que éramos niños. Hemos tenido las mismas referencias de sonido y estilo inculcados principalmente por el maestro José Antonio Abreu y teniendo siempre como ejemplo a la Filarmónica de Berlín, entre otras grandes agrupaciones orquestales. Obviamente, la Simón Bolívar no suena como la Filarmónica de Berlín pero el simple hecho de aspirar y trabajar en grupo durante años y años para alcanzar ese nivel nos hizo tener nuestra propia manera de tocar y de transmitir la música. Creo fielmente en que cuando llegamos a otra orquesta esos años de trabajo se notan.
Más allá de mostrar un curriculum, al tocar podemos demostrar con humildad de dónde venimos y cómo ha sido nuestra formación como músicos de orquesta. Lo más interesante que me ha tocado vivir con respecto a esto ha sido aprender a adaptarme al sonido y la manera de tocar de otras orquestas sin perder la esencia de lo que me han enseñado en El Sistema. Al final, lo veo como una nueva oportunidad para enriquecer mi experiencia en el ámbito orquestal.
¿Cómo surgió la inquietud por la dirección orquestal?
Ha sido curioso porque no fue algo que salió principalmente de mí. Mi esposo, quien es violinista y con quien he trabajado en muchos proyectos de formación orquestal para niños y jóvenes en Venezuela y España, viéndome trabajar siempre me dijo que debía estudiar dirección orquestal. Varios de los integrantes de la Orquesta Juvenil Ataúlfo Argenta, creada en Cantabria por Hugo Carrio, me han comentado en encuentros orquestales en los que he participado como profesora de viola, que debía dirigir porque era una buena herramienta para compartir mi experiencia con más efectividad. ¡Les hice caso! Y así, un año después de haber llegado a Madrid di con un curso que para mí ha sido el mejor formato, porque se asemeja a lo que ha sido mi formación dentro de El Sistema.
La Academia de Dirección Orquestal Opus23 diseñada y dirigida por los maestros Andrés Salado y Miguel Romea nos da la opción durante todo el año de dirigir agrupaciones conformadas por músicos profesionales con repertorio distinto cada mes, así son nuestras clases. En Venezuela tuve acceso a tocar en orquesta prácticamente desde el primer día que tuve una viola en mis manos; en la Academia Opus23 fue igual, en mi primera clase tuve que dirigir el primer movimiento de la 5ta sinfonía de Beethoven. Todos sabemos la dificultad musical y técnica que esto comprende así que todos pueden deducir que con mi nula experiencia en dirección, no habría podido hacerlo, pero la confianza que nuestros maestros ponen en sus alumnos te hace pensar en que sí puedes, que puedes ser director y que solo necesitas la oportunidad de descubrirlo. Un inicio que nunca olvidaré y que no dejaré de agradecer.
Conversando con un director español muy reconocido me ha dicho algo que suena obvio, pero que me ha hecho reflexionar sobre lo complicado que puede ser la etapa de formación para directores jóvenes, me dijo: no existe ningún instrumentista que haya aprendido a tocar sin su instrumento, y el instrumento de un director es la orquesta. Al escucharle decir eso comprendí la gran ventaja que han tenido los directores que se han formado dentro de El Sistema, porque han contado con decenas de orquestas para dirigir en su etapa de formación, al mismo tiempo que depositan sus conocimientos en estas agrupaciones, es un ciclo de aprendizaje que no se detiene.
En mi caso particular he contado con el apoyo incondicional de la Fundación Música Maestro y su director artístico Jesús Moreno. Es un proyecto de formación orquestal para jóvenes que funciona en Madrid con quienes colaboro, y junto a Jesús hemos creado la orquesta de cuerdas con más 40 jóvenes bajo mi dirección musical enfocada en la práctica orquestal, y preparándolos para adaptarse a todos los directores con quienes tengan la oportunidad de trabajar, a ser flexibles con la música y con la convivencia humana. Es un hermosísimo trabajo y mi gratitud será eterna porque esta institución me ha apoyado como lo habría hecho El Sistema.
¿En qué posición está su trabajo como solista con respecto a la labor pedagógica y la dirección orquestal?
Creo que los músicos debemos saber detectar el contexto en el cual aportamos más a la música y a la sociedad. Cuando tocas un instrumento puedes tomar varios caminos como ser solista, músico de cámara, profesor, músico de orquesta o incluso alternar varias de estas ramas. A veces pienso en si llegará un momento en el que tenga que decidir dejar de tocar para dedicarme 100% a la dirección, pero todavía no lo veo. Para mí tocar en una orquesta es una pasión y el enseñar a otros también lo es. Con la dirección he conseguido el balance perfecto entre lo que es tocar en orquesta y enseñar. Pienso que soy más útil en esos ámbitos y me encuentro feliz profesionalmente.
¿Tiene algún modelo a seguir para el campo de la dirección orquestal o está en la búsqueda de desarrollar un estilo propio?
Todos los directores en sus comienzos han tenido un modelo a seguir y por supuesto, una meta importante que nos trazamos es encontrar ese estilo que nos defina y que nos diferencie de otros. En mi caso, y sé que muchos lo pueden suponer, mi influencia directa es la de Gustavo Dudamel y por ende la del maestro Abreu. Con Gustavo no solo he tenido la suerte de tenerlo como director titular durante muchos años, sino también de haber estado presente en su etapa de formación como director con el maestro Abreu. Lo que en aquella época pensaba que era un ensayo más, con los años entendí que cada día estaba ante las mejores clases de dirección, con el mejor maestro y con el mejor alumno… una bendición.
En España tengo la referencia de mis maestros porque no solo me dan clases sino que también he podido tocar bajo su dirección, es lo bueno de seguir activa en la viola y en las orquestas. También estando aquí he podido tener acceso a ensayos de maestros locales y he podido asistir a conciertos de otras orquestas y directores internacionales, además con una conciencia algo más profunda de la música.
¿Cómo observa el desarrollo de El Sistema desde la distancia?
He leído entrevistas y testimonios de mis compañeros de la Bolívar y mi respuesta a esta pregunta no es una simple repetición de lo que ellos han expresado, realmente lo creo así porque lo he vivido. La oportunidad que están teniendo los niños y jóvenes en Venezuela no es una oportunidad para ser músicos, es una oportunidad para cambiar sus vidas. Me siento y me seguiré sintiendo orgullosa de todos esos niños que hacen vida en El Sistema porque no solo lo aprovechan para ellos mismos sino que esa experiencia también tiene un impacto positivo en sus familias y comunidades. Donde hay un niño con un instrumento hay un entorno mejor.
Yo comencé en 1996 y El Sistema ya era una institución muy establecida pero ahora ha crecido muchísimo tanto en número de integrantes como en proyectos. Antes era impensable tener cientos de orquestas sinfónicas, orquestas latinas, de rock sinfónico, enormes ensambles de música venezolana, coros, orquestas de campanas y más. Ahora existe, lo vemos y lo escuchamos a diario, ha sido un desarrollo magnífico. Por supuesto, y como todo gran proyecto, hay muchas cosas que mejorar y es mejor seguir con esta gran labor por nuestra sociedad que no hacer nada. Seguiremos aprendiendo y mejorando.
¿Qué es lo que más extraña del trabajo desarrollado en Venezuela como miembro de la OSSBV?
Lo que más extraño del trabajo con mi orquesta es la conexión que hemos logrado entre nosotros. Con una mirada o un gesto ya sabíamos cómo reaccionar ante lo que pasaba en la música en determinado momento. A veces sobraban las palabras, Gustavo paraba y con las miradas ya sabíamos que no había nada que decir y simplemente lo arreglábamos al tocar. Si algo iba mal en el desarrollo de un concierto simplemente nos conectábamos y entre ahí ocurría la magia.
Esa buena tensión que hay detrás del escenario minutos antes de salir a cada concierto, la emoción al terminarlos.
También los tiempos de trabajo ha sido un aspecto que extraño. Cuando se incluía una obra nueva en nuestro repertorio hacíamos un trabajo técnico y musical increíblemente detallado. Cuando les cuento a compañeros músicos en España cómo ha sido nuestra manera de trabajar no lo pueden creer, pero ellos mismos me han hecho entender cómo ha sido posible. En El Sistema contamos con la infraestructura necesaria para hacer ensayos seccionales, maestros de altísimo nivel para cada una de las filas de la orquesta, acceso a partituras, etc. Cuando estás afuera aprendes a valorar estas cosas que antes eran cotidianas, que eran normales en tu día a día. Tenemos aquello que se nos ha inculcado que es el tiempo de ensayo. Nunca estuvimos pendientes del tiempo, no veíamos el reloj, sólo guardábamos el instrumento cuando la música estaba lograda. Si un maestro necesitaba más tiempo de trabajo podíamos hacerlo.
Nuestras vidas giran en torno a la música y la orquesta, se nos enseñó responsabilidad, nos mostró el arte como un medio para ser mejores ciudadanos y personas. Por eso sentimos que la música merece ese trabajo al detalle.
Aquí todo es mucho más rápido pero también de eso he aprendido. Al tener que montar obras nuevas en cuestión de 3 o 4 ensayos tienes que hacer el mismo trabajo pero más concentrado. Duplicar la atención, dedicar mucho más tiempo al estudio individual de las partituras para ser más efectivos en el resultado del estudio. Intentar memorizar lo más posible para en los conciertos tener más contacto visual con el director y los músicos con quienes estés tocando.
¿Sigue en contacto con ex compañeros?
Esta etapa que estoy viviendo me ha permitido coincidir con varios de mis compañeros. Con Pacho Flores tengo una oportunidad bellísima. He estado hablando con él y estamos encantados de anunciar a través de esta entrevista un proyecto que haremos juntos. En octubre iremos a El Sistema Serbia, un proyecto que Pacho ayudó a fundar y en el que también ha colaborado el director venezolano Gerardo Estrada en la anterior temporada. En esta oportunidad, participaremos en un encuentro orquestal para trabajar con sus integrantes y transmitirles nuestras experiencias. Este encuentro cerrará con un concierto en el que Pacho tocará de solista y yo dirigiré la orquesta. Quizá haya alguna sorpresa más.
También he estado en contacto con Ángel Hernández, compositor venezolano residenciado en Viena, quien está teniendo un estupendo desarrollo en su carrera. Ángel está componiendo una obra para orquesta de cuerdas que estrenaremos en noviembre con la Málaga Camerata. Su director, Santiago Otero, me ha invitado a dirigir y tengo muchas ganas porque él y su orquesta están apoyando la difusión de obras de nuevos compositores. Además haremos la Fuga Criolla de Juan Bautista Plaza y la serenata de Tchaikovsky, que dedicaré al maestro Abreu por ser su compositor favorito.
Siempre converso con Edicson Ruíz y Hans Agreda, porque tenemos en mente un proyecto muy bonito junto a Pacho Flores pero que llevará algo más de tiempo realizarlo. Con mis demás compañeros también tengo contacto constantemente. Creo que no va a ser fácil escapar unos de otros, hemos crecido juntos y ahora muchos tenemos hijos, y siempre queremos saber de ellos, saber que están bien. Conversamos de lo bueno y de lo malo, reímos y lloramos. Es lo que hemos hecho siempre y lo mantendremos.
¿Cuáles son sus planes para el futuro?
Ahora mismo mi plan es estudiar. Otra de las cosas que me ha gustado de estudiar dirección es que me ha mostrado el larguísimo camino que me toca recorrer en la música. Mientras más cosas aprendo, descubro que me falta muchísimo más por saber. Ahora tengo un compromiso muy grande con la Orquesta Joven de Extremadura, ya que he pasado por un proceso de selección y audición para ser directora asistente, y lo he superado junto a otros compañeros. Estaré ligada a esta institución hasta el 2020, y en cuanto supe el resultado de las pruebas me sentí abrumada por el tamaño de la responsabilidad. Es subirte a un podium y saber que tienes una gran oportunidad de la cual tienes que ser digna, y solo se es digno a través del estudio y el trabajo, no hay otra manera.
No quiero hablar de un plan «profesional» porque es una palabra que hay que manejar con cuidado. Los pocos planes que aquí he contado son parte de mi etapa de formación que apenas comienza. Quiero centrarme en estudiar y estar a la altura de las oportunidades que se me vayan presentando, ganarme la confianza de quienes sé que pueden aportarme algo en este camino. Convertirme en directora será un proceso largo porque no quiero atajos.
¿Tiene algún mensaje de estímulo para los jóvenes que siguen forjando su carrera musical en Venezuela y dentro de El Sistema?
A los jóvenes de El Sistema les envío en primer lugar mis felicitaciones. Desde aquí sigo sus conciertos, sus proyectos, sigo a los solistas, a las agrupaciones de cámara y a los nuevos directores. Sé todo lo que están haciendo y aprendiendo.
El mejor mensaje que puedo transmitir es la importancia de la humildad, de estar dispuestos a aprender, a escuchar, a dejar de lado los egos y ser buenos con nuestros compañeros. Ayuden a los que lo necesiten, aprovechen cada oportunidad de aprendizaje con sus maestros, y sean agradecidos con quienes saben que deben serlo porque no existe algo igual a El Sistema en ninguna parte del mundo. El Sistema es nuestro, debemos aprovecharlo y cuidarlo, tienen una gran responsabilidad con las futuras generaciones y sobre todo con el país. Sean dignos de ese instrumento que se han ganado por su talento y ganas de aprender.
No se dejen llevar por todo lo que ven en las redes sociales. Antes no existían y nunca necesitamos de ellas para ser mejores músicos o personas. Solo el estudio y la constancia en nuestros ensayos nos dieron las recompensas que hemos tenido.
¿Podría evocar algún momento que te haya marcado junto al maestro José Antonio Abreu?
Hace varios años el maestro se enfermó y estuvo hospitalizado unos días para hacerse unos exámenes rutinarios. Fui a visitarlo a la clínica con otros compañeros de la orquesta y cuando entramos lo encontramos sentado en la camilla, rodeado de papeles de trabajo y las personas que suelen estar en su oficina estaban allí tomando nota de todo lo que había que hacer. Le pregunté por qué no aprovechaba esos días para descansar y me dijo con una sonrisa: mi querida ¿Se imagina todo lo que se dejaría de hacer si paramos de trabajar un día? Siempre fue así, para él un día sin trabajar era un día menos que tenía para construir todo lo que nos ha dejado. Agradezco a la vida cada minuto que me regaló junto a él.
¿Algún mensaje o saludo para los maestros que siguen ejerciendo dentro de El Sistema?
Desde mis comienzos siempre he expresado mi profundo sentimiento de gratitud y admiración a la generación pionera de El Sistema. Sin ellos muchos de nosotros no hubiésemos tenido las oportunidades que tenemos ahora con la música. Cuando trabajo con jóvenes doy indicaciones musicales que me han dado muchas veces maestros como Ulyses Ascanio, José Scolaro, Jesús Alfonzo, Frank Di Polo entre muchos otros. Ellos nos abrieron puertas, nos trazaron caminos y nosotros les seguimos.
Cuando escucho sus historias y anécdotas me siento afortunada. También siento gratitud por todas las personas del área técnica y administrativa de El Sistema porque ellos confiaron en la labor del maestro Abreu y le ayudaron a hacer realidad el proyecto. Siempre llevo en mi corazón a personas como Luis Velázquez, Richard Santafé, Ramón Vega, Ana Cecilia y Betty Abreu, Humberto Rendón, el personal de seguridad que nos cuidaron cuando éramos niños, médicos, atrileros y muchas más personas. Con esto quiero hacer ver que para nosotros El Sistema no ha sido solo tocar notas, ha sido formar parte de una inmensa familia de la que nunca nos desligamos.
¿Le gustaría cerrar con un saludo especial a la Sinfónica Simón Bolívar, orquesta pionera que este año celebró su 40 aniversario?
A mis maestros de la orquesta pionera quiero felicitarles por sus 40 años. Por estar siempre para nosotros, por nunca decaer en los momentos más difíciles y no dejar que nosotros lo hiciéramos, por creer en la visión del maestro Abreu y espero que así como yo he tenido la oportunidad de expresar mi gratitud hacia ellos a través de esta entrevista, sepan que no existe un niño en Venezuela que no esté agradecido con ellos. Que espero que sean conscientes de que han escrito la parte más bella de la historia de Venezuela y que sus nombres estarán por siempre en nuestros corazones y en cada nota que toquemos
¡A todos ellos gracias por tocar y luchar!