Mayneth Espina jugaba con la música desde su más tierna infancia
La producción musical Somos, que surgió de la necesidad de mostrar el trabajo logrado por los artistas que forman parte de El Sistema Zulia, y representa un homenaje a la diversidad cultural de Venezuela, contiene versiones y canciones originales de este guitarrista, maestro, investigador y director del núcleo Alma Llanera Santa Rosa de Agua, para quien la experimentación sigue siendo una fuente inagotable de conocimiento
Mayneth Espina no recuerda haber tenido juguetes cuando era niño, o por lo menos alguno que hubiese quitado su atención de los instrumentos. Hijo y nieto de cultores de la música popular venezolana, siempre tuvo a la mano algo que le permitiera hacer música. Aunque comenzó a grabar sus interpretaciones a los 7 años, asegura que tocaba los instrumentos tradicionales de nuestra música desde los 4. Se inició formalmente en la agrupación Niños Cantores del Zulia, en la que tuvo la oportunidad de experimentar sus primeras instrumentaciones con la orquesta que se creó dentro de esta misma agrupación infantil. Es musicólogo de profesión y fue formado, dentro y fuera de Venezuela, por excelentes maestros de guitarra y piano. Aunque se le conoce como cuatrista y guitarrista, no hay instrumento que resista a sonar entre sus manos. Su visión del arte musical no tiene límites.
“He tenido la oportunidad de pasearme por toda una riqueza sonora y mis composiciones son producto de eso. Mis primeros maestros fueron mi abuelo y mi papá y aprendí de todo lo que me rodeaba, hasta de los ruidos de la calle. Por eso, le doy valor a cada nuevo conocimiento y a cada nuevo experimento que llega a mi vida para convertirlo en música”. Así define este compositor el trabajo que realiza como artista, con muchos años de recorrido en el ámbito de las producciones musicales (su primera grabación profesional la hizo a los 11 años), y como maestro del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Actualmente es director del núcleo Alma Llanera de la población de Santa Rosa de Agua, ubicada a orillas del Lago de Maracaibo.
Espina fue uno de los promotores de la producción musical Somos, que El Sistema Zulia presentó en concierto, el pasado 25 de julio en la Sala Simón Bolívar del Centro Nacional de Acción Social por la Música. Aseguró que uno de los propósitos iniciales fue “romper con un esquema tradicional, en el cual cada agrupación, por separado, muestra su trabajo. Nosotros, en cambio, nos concentramos en un sonido híbrido y con el objetivo de integrar muchas propuestas y formatos que finalmente dieron forma a ese disco que, desde El Sistema Zulia, decidimos llamar simplemente Somos”.
Entre las agrupaciones que participaron en la grabación figuran la Orquesta de Vientos José Luis Paz, la Orquesta Típica Don Ciro Adarme y la Orquesta Latinocaribeña del Zulia, además de un grupo coral, algunos profesores de El Sistema en la región, y hasta cantantes reconocidos como Ricardo Cepeda. Incluso, el mayor representante de la comunidad Añú prestó su voz para el inicio de la Suite que compuso Espina para resaltar la cultura de esta etnia. Sus interpretaciones dieron vida a un total 15 temas versionados e inéditos, de música popular venezolana y latinoamericana, abarcando géneros como la salsa, el bolero, baladas, cantos añú y gaita zuliana.
-¿Cómo escogieron los temas para el disco Somos?
-Todo fue cobrando vida poco a poco. Como todo proceso, fue sufriendo varias transformaciones. El repertorio estaba pensado para ser grabado por cada una de las agrupaciones participantes, pero en el camino nos dimos cuenta de que era mejor juntar a unos con otros, y así salieron las fusiones. Al principio fue para dar respuesta a una logística más fácil y cuando quisimos volver al formato anterior, es decir, de cada agrupación por separado, ya no nos gustaba. Así fuimos creando una agrupación inédita, con tres tipos de orquestas y coros en una propuesta de encuentro. Con esto logramos romper las fronteras de cada programa. Entonces lo que en principio nos parecía un error, terminó respondiendo a los principios de libertad, innovación e integración propios de El Sistema.
-¿Qué pudiera esperarse a partir de esta propuesta de El Sistema Zulia para la masificación del programa musical del maestro Abreu?
-No puedo hablar exactamente sobre qué puede surgir después de este atrevimiento de El Sistema Zulia para el programa musical creado por el maestro José Antonio Abreu, pero sí sé que este disco aporta muchas maneras de abordar la investigación y de cómo darla a conocer. Desde el punto de vista antropológico, estamos haciendo nuestros aportes al difundir los cantos de la etnia Añú. Estamos dejando el registro de la cultura de un grupo social que está prácticamente extinto, esta es una lengua que ya casi nadie habla. Estamos logrando transformar lo que hacemos en una obra para el conocimiento de muchos y de todos, y que al mismo tiempo habla de una época, de un contexto del momento en el que se está tomando este testimonio. Con Somos quisimos pintar las cosas de un color que antes no tenía y que probablemente volverá a repintarse con el transcurrir del tiempo.
-¿Qué tanto habla este disco del Zulia y de la gente de El Sistema?
-En este disco hay dos versiones que no son originales y que retratan al Zulia y a Venezuela en la belleza de la gente. El tema dedicado a Ricardo Aguirre, Aquel zuliano, que logró que su hermano Renato nos dijera que es una de las versiones más bonitas que se han hecho, nos llena de orgullo. A partir de aquí pudimos entender que íbamos por el camino correcto. Además invitamos al cantante original, Ricardo Cepeda y logramos incluso emocionarlo varias veces, durante la presentación. Y, por otro lado, dentro del disco presentamos el Capricho N° 24, de Paganini, en versión de cuatro, con su afinación tradicional y una orquestación, que es una muestra de las cosas que los músicos pueden hacer, a partir de lo que aprenden en su formación musical, en este caso dentro de El Sistema. Allí definitivamente logramos romper una frontera. Me gustaría viajar en el tiempo para mostrarle este producto a Paganini, y saber qué nos diría (risas).
-¿Cuál fue el objetivo del acercamiento a los indígenas de la etnia Añú?
-Esa comunidad está cerca del núcleo que yo dirijo. Allí queda una representación de esa cultura primigenia y su lengua se ha ido perdiendo por la transculturización. Sin embargo, algunos pocos que hablan español y lengua añú con bastante soltura se han encargado de enseñar a otros para preservar su legado ancestral. Y aunque no tenemos evidencia de la pureza o no de este lenguaje en la actualidad, quisimos intervenir como artistas para ayudar al registro de esta cultura y poco a poco nos hemos ido acercando para conocer sus formas de expresión y nos hemos ganado su confianza, y hemos logrado, además, que nos hablen de la sencillez de sus arrullos. Casi todas las expresiones que hemos conocido hasta ahora tienen que ver con eso y con la exaltación de la naturaleza en sus cantos. Logramos reunir alrededor de diez de estos cantos, pero en el disco sólo incluimos dos. Aún trabajo para armonizar los demás. La canción coral que presentamos en Somos, es un pequeño aporte, que identifica al Zulia y también a Venezuela.
-¿Cómo describe ese tema que se le dedica a Venezuela?
-Es un homenaje a nuestra tierra, en el que se parte desde la bendición. Sabemos que de esto se ha hecho mucho, y nosotros quisimos sumarnos con uno más, en el que se presentara esa diversidad de colores y de ritmos, y también la riqueza cultural de nuestro país. En este tema pasan muchas cosas, hay lírica, hay poesía, hay canto y sobre todo una oración de amor por todos los venezolanos. Quisimos hablar del bien pero no desde los preceptos de la religión sino con el poder de la música. Y, finalmente, creo que a Venezuela le hace mucho bien que todos convoquemos bendiciones y hagamos nuestros mejores deseos para un mejor presente y feliz futuro.
-¿Qué ha recibido Mayneth Espina como artista ahora que forma parte de El Sistema?
-Los chamos que forman parte de El Sistema tienen una energía incombustible. Sus ganas de tocar, de aprender y de trabajar no le dejan a uno otro camino que montarse sobre un tren indetenible. Yo me siento renovado y con muchas ganas de seguir experimentando, de seguir combinando y uniendo lenguajes, de seguir rompiendo fronteras, para seguir haciendo de lo cotidiano lo extraordinario.