El Sistema afianza su compromiso en la concienciación del autismo
El violista Gabriel Báez aprendió a ejecutar su instrumento en el Núcleo Los Chorros, y ahora organiza conciertos para los niños con autismo de la Maternidad Concepción Palacios. La música le permitió interactuar con su entorno, llevándolo a convertirse en la voz del Movimiento Autista en Venezuela
Gabriel Báez es un adolescente de 14 años, diagnosticado con Trastornos del Espectro Autista (TEA), quien inició sus estudios musicales cuando apenas tenía 3 años de edad. Este joven descubrió una relación con los sonidos de la viola, que le permitió abrirse a su entorno y transformarse en la voz del Movimiento Autista en Venezuela. Su historia dentro del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela hace visible el compromiso de inclusión con todos los niños y jóvenes, y suma voluntades para unirse a la conmemoración del Día Mundial de Concienciación sobre el autismo.
La madre de Gabriel, la doctora Ana Cecilia Márquez, actualmente es coordinadora de la Unidad de Autismo de la Maternidad Concepción Palacios y su papá, Santiago Báez, es docente. El conocimiento de ambos permitió actuar sobre la condición que manifestaba su hijo y dado que observaron que el niño, siempre que podía, “tamboreaba” las ollas de la cocina, decidieron inscribirlo en el Núcleo Los Chorros. Allí se inició su relación con la música.
El relato comienza con su primera media hora en el núcleo. “Se desarrolló entre llantos, gritos y pataleos, y sólo pudo tranquilizarlo la canción El elefante del circo, interpretada por el profesor Raúl Abane. Desde ese momento, Gabriel se integró al programa Los Querubines, y en 2008 se incorporó formalmente a El Sistema, donde tuvo su primer acercamiento al violín. También se integró a la Orquesta Especial de Acondicionamiento en Cuerda y dio su primer mini concierto con melodías navideñas”, detalló el padre.
Cuando Gabriel tenía 6 años, comenzó en la Orquesta Infantil por petición del profesor Lennar Acosta. Su papá aseguró que el pequeño músico espontáneamente le había comunicado que el instrumento que ejecutaría sería la viola. Bajo la dirección de Josbert Chacón, estudió obras como: Pompa y circunstancia, Venezuela y Aleluya, entre otras. También, durante su formación musical, la profesora de Viola, Karla Ereú, le habló a los padres de Gabriel Báez sobre sus cualidades auditivas, entre ellas el oído absoluto.
“Los profesores del Núcleo Los Chorros manejaron el asunto con mucha paciencia y siempre nos escucharon. Mi esposa y yo siempre ofrecimos alternativas para apoyarlos y logramos hacer un excelente equipo”, recordó Báez.
Gabriel asistió al Núcleo de Los Chorros hasta los 11 años, y en 2016 se integró al coro del Núcleo de la Universidad Central de Venezuela. En la actualidad no forma parte de ninguna agrupación musical, pero continúa estudiando la viola con la profesora Samay Núñez, quien es docente en El Sistema y del Conservatorio Juan José Landaeta. “A veces toca el piano de mi suegra, pero le encanta la viola porque la comprende, es como si fuera parte de su cuerpo”.
El mundo de Gabo
“Estudios demuestran que la música ayuda a serenar a las personas, y Gabriel lo corrobora a través de su avance en la interacción con su entorno, e incluso en la mejoría de su salud, porque algunos alimentos llegaron a afectarle su conducta”, narró el representante, quien destacó que antes de que llegara la música a la vida de su hijo, éste era un niño que no hablaba, tenía una mirada fija, tomaba sus juguetes y sólo los alineaba o los giraba, de igual manera se irritaba mucho y había que contenerlo para que no se hiciera daño.
Los padres de Gabriel sostienen que él siempre tiene la necesidad de comunicarse por medio de la música y que tiene la iniciativa de organizar conciertos dirigidos a los niños de la Unidad de Autismo de la Maternidad Concepción Palacios. “La música es melodía. Me gusta la música del siglo XX”, manifestó Gabriel, a lo que su papá agregó, “soy su productor musical y en mis modestos conocimientos en el área, trato de ajustar el tempo, la afinación y la terminación de las notas, porque le encanta correr”.
Además de la música, Gabriel adora la computadora, tiene una cuenta en Facebook, le apasionan las películas animadas, le divierte mucho imitar a la gente y es muy sociable. “Es una persona con autismo muy atípica porque aunque habla poco es sorprendentemente amoroso”, dijo su papá mientras Gabo enumeraba un montón de niños que, afirmó, son sus mejores amigos: Pedro, Carlos, Adriana, las morochas Shetefanía y Stefany Terán, Viviana, Nicole, Fabiana, María José, Oriana y Karen.
El protagonista de esta historia también habló sobre sus preferencias en los diversos ámbitos de la vida. “Las canciones que más me gustan son Venezuela y el Alma llanera. También las galletas sin gluten, las tortas, los dulces y los helados. Mis colores preferidos son amarillo, azul, rojo, verde, naranja, morado, magenta, rosado y púrpura”, afirmó con rapidez.
Con alegría dijo que le gusta ir a la playa, a la montaña y al teleférico, y que sus películas y comiquitas favoritas son: Jake y los piratas y Heidi, “donde me enamoré de Clara, una de mis novias imaginarias”, reveló Gabriel. Ante la respuesta, su papá subrayó que Clara es una niña que está en silla de ruedas y que por alguna razón su hijo se conmueve por la discapacidad.
La inclusión como bandera
Los padres de Gabriel manifestaron que la inclusión en El Sistema es plena. “El método del maestro José Antonio Abreu es un método de inclusión social que utiliza la música como herramienta, es decir, la música no es el objetivo, sino el medio para incluir a muchachos que, en otras circunstancias, no hubiese sido posible incluir”.
En 2016 la doctora Ana Cecilia Márquez, quien es la madre de Gabriel, presentó su libro: El autismo en mi vida, -publicado por la Fundación Editorial el Perro y la Rana- en el que relata el camino que transitó junto a su familia al recibir el diagnóstico de autismo para Gabriel. “Para ella, como médico, y para mí, como educador, nuestro hijo ha sido un campo de práctica, porque a través de él hemos podido ayudar a otros muchachos con autismo. Asimismo, el libro discurre sobre lo que han sido las teorías explicativas del autismo, el protocolo biológico del tratamiento, la inserción escolar y destaca la experiencia de Gabriel con la música en el Núcleo Los Chorros, a la par de lo que era su tratamiento con la alimentación”, explicó Báez.
El papá de Gabriel contó que, a pesar de que su hijo es como Don Quijote y él como Sancho Panza, porque lo acompaña a todos lados, le están enseñando a moverse en el metro y a llegar sólo a casa. Tanto él como su esposa promueven, además de la formación, la autonomía de las personas con autismo.
También resaltó que quienes tienen hijos autistas deben estimularlos desde el amor y, además, deben estar conscientes de que necesitan ser atendidos en su integralidad psicoeducativa y alimenticia.
Agregó que en los últimos años Gabriel se ha convertido en la voz de los niños con autismo de la Maternidad Concepción Palacios y del Movimiento Autista en Venezuela. “Somos activistas de los derechos de las personas con trastornos del espectro autista”.
El sueño de Gabriel Báez se extiende mucho más allá. Dice que es el hombre que en el futuro creará un funicular que llevará a los humanos a cruzar un portal hacia la fantasía. En este lugar, los niños podrán convertirse en bebés y los adultos en jóvenes. Esta máquina del tiempo les permitirá a todos hablar con los personajes de las películas, como Dumbo y Peter Pan, “y yo siempre seré un niño”, dijo emocionado el autor de este cuento futurista.
La experiencia de este joven músico forma parte del tejido de historias que recoge el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo órgano rector es la Fundación Musical Simón Bolívar, adscrita al Ministerio del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia y Seguimiento de la Gestión de Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.